Astrónomos temen que un enorme satélite se convierta en el punto más brillante del cielo después del Sol y la Luna

Por 13/09/2022 Portal

El enorme satélite de comunicaciones BlueWalker 3 , lanzado el pasado sábado a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX desde el Centro Espacial Kennedy en Florida (EE.UU.), no pasará desapercibido en el cielo nocturno. Cuando despliegue su antena dentro de unas semanas, su superficie metálica alcanzará los 64 metros cuadrados, un área similar a la de una pista de squash. Como una especie de gran cometa metálica en el espacio, lucirá más que la mayoría de las estrellas y todos los planetas, e incluso podría convertirse en el objeto más brillante después del Sol y la Luna . Los astrónomos temen que perjudique el trabajo de los observatorios y haga aún más peligrosa la órbita baja de la Tierra. El artefacto ha sido construido por la empresa AST SpaceMobile con base en Texas para llevar internet directamente a teléfonos móviles, incluso en localizaciones remotas. Es el primero de muchos. Si tiene éxito, la compañía prevé desplegar decenas o centenares más. Existen otras grandes constelaciones de satélites. Starlink , la apuesta de SpaceX y el magnate Elon Musk, es la que hasta ahora inquieta más a los astrónomos. Ya ha puesto cerca de 3.000 aparatos en órbita -los últimos 34 se lanzaron junto al BlueWalker 3, duplicando el número de satélites activos en el espacio, y espera llegar a decenas de miles. Pero son pequeños, del tamaño de un frigorífico. El grupo de BlueWalker 3 será más reducido pero sus satélites son tan grandes «que pueden cambiar el aspecto del cielo para siempre «, asegura a este periódico David Galadí, coordinador del grupo de trabajo Icosaedro (Impacto de las constelaciones de satélites en detectores de radio y ópticos) de la Sociedad Española de Astronomía (SEA). Noticias Relacionadas estandar No Misteriosos diamantes nacidos en el espacio exterior José Manuel Nieves estandar Si Dos semanas para el impacto: la misión DART divisa por primera vez su objetivo José Manuel Nieves «Todos los satélites reflejan la luz del Sol de manera difusa. Incluso los que tienen el tamaño de un electrodoméstico se ven. Nunca nos hemos quejado de la Estación Espacial Internacional (ISS) -que tiene unas dimensiones de 109 metros por 73 metros- pero es solo una y ahora vamos a tener un montón de grandes objetos en el cielo», explica el astrónomo residente del Observatorio de Calar Alto en Almería. Código Desktop Great news! #BlueWalker3 successfully reached orbit and our engineers are talking to the spacecraft. Stay tuned for future updates as the mission progresses. pic.twitter.com/gh1sU9HxYR— AST SpaceMobile (@AST_SpaceMobile)

September 11, 2022 Imagen para móvil, amp y app Código móvil Great news! #BlueWalker3 successfully reached orbit and our engineers are talking to the spacecraft. Stay tuned for future updates as the mission progresses. pic.twitter.com/gh1sU9HxYR— AST SpaceMobile (@AST_SpaceMobile)

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September 11, 2022 Además, al tener un área tan enorme, el satélite podrá producir reflejos especulares muy llamativos, el mismo fenómeno que ocurre cuando nos deslumbra el cristal de un camión que viene de frente en una carretera. «Este dispositivo va a provocar destellos abrumadores, más brillantes que la luna llena. Serán poco frecuentes, durarán unos pocos segundos y afectarán a lugares muy concretos, pero será algo así como cuando alguien juega a dar al vecino con un espejo. No me extrañaría que hubiera informes de gente que crea haber visto naves extraterrestres, platillos volantes y cosas así«, advierte Galadí. Desde el punto de vista visual »no se ha visto nada parecido desde los años 60, cuando EE.UU. lanzó los satélites del proyecto ECHO, que reflejaban la luz del sol de forma impresionante. ¡Daban miedo!«. Entre 1997 y 2017 los primeros satélites de la constelación Iridium, que daban servicio de telefonía móvil, emitían destellos muy fuertes y que se podía calcular cuándo y dónde iban a ocurrir. «Y muchos de mis colegas lo hacían. También ahora estaremos pendientes de si los de BlueWalker 3 se pueden calcular y predecir», señala el científico. Imágenes saturadas Más allá de la anécdota, Galadí explica que estos satélites perjudican a la astronomía de dos maneras. Por un lado, las bandas de radio en las que las antenas de radioastronomía observan el universo se pueden ver perturbadas, tanto de día como de noche. También pueden saturar las imágenes de la astronomía óptica, especialmente en proyectos de investigación con campos muy amplios y telescopios muy sensibles, como los del futuro Observatorio Vera C. Rubin en Cerro Pachón, Chile, que se espera empiece a funcionar el año que viene. Estos satélites «le harán la vida muy difícil. Pueden arruinar toda la observación, es muy preocupante». Además, el nuevo proyecto, «cambia todo el paisaje celeste. Todos los atardeceres y amaneceres estarán llenos de luces artificiales muy brillantes en el cielo, y eso es una agresión al paisaje», dice el astrónomo. No es solo una cuestión estética, los científicos también se preguntan cómo influirá este cambio en los sistemas de orientación de las aves migratorias o de los insectos que siguen las estrellas para saber adónde dirigirse. Existe una especie de escarabajo que se orienta de noche por las posiciones de las estrellas en la Vía Láctea. Según explica Olga Zamora, astrónoma del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), la Unión Astronómica Internacional y el Centro para la Protección del Cielo Oscuro y Silencioso de la interferencia de los Satélites «han dado la voz de alarma y están previstas campañas de observación para medir su brillo (del BlueWalker 3) y proponer mecanismos de mitigación». A su juicio, «se requiere una colaboración global entre astrónomos, constructores y operadores de satélites, industria y de diferentes actores políticos» para solucionar el problema. «Es necesario llegar a una mejor regulación del uso del espacio para que no pueda seguir lanzándose cualquier tipo de objeto sin control», subraya. Sin embargo, Galadí no es optimista. «En cuestiones ambientales, siempre se va por detrás del destrozo. Y tenemos tantos problemas ambientales en el siglo XXI, que este no va a estar entre las grandes prioridades», lamenta. Choques en cadena Pero hay algo más. Existe un riesgo «muy serio» de que se congestione la órbita terrestre baja. «La previsión es que en los próximos 10 años se lancen unos 100.000 nuevos satélites. No es un panorama esperanzador para la astronomía y la basura espacial derivada también será un problema mayor», señala Zamora. La mayoría de los satélites se mueven en una franja entre los 400 y 600 km de altitud, una distancia inferior a la que existe entre Sevilla y Barcelona. En el caso del BlueWalker 3 «el blanco es muy grande, lo que aumenta el riesgo de colisión», dice Galadí. Un choque provocaría una nube de residuos que se convertirían en proyectiles y causarían nuevas colisiones, un efecto en cadena llamado ‘síndrome de Kessler’ , la hipótesis que inspira la película ‘Gravity’ de Alfonso Cuarón. Galadí cree que quizás este riesgo sea el que frene las constelaciones de satélites, especialmente si queremos que la órbita baja sea habitable. Aunque la ISS parece tener sus días contados, el programa Artemis de la NASA para volver a la Luna contempla una estación a medio camino de la Tierra, China está construyendo la suya y Rusia proyecta una propia. «La preocupación es muy grande. Y esto no es una película», recuerda.