Esta comida impresa en 3D con puré preserva mejor el sabor y tiene un aspecto visualmente más agradable

Por portal-3

Esta comida impresa en 3D con puré preserva mejor el sabor y tiene un aspecto visualmente más agradable

Los alimentos en puré generalmente se sirven a pacientes que sufren de dificultades para tragar conocidas como disfagia. profesionales de la salud han utilizado moldes de silicona para dar forma a los alimentos en puré y que resulte más apetitosa a nivel visual.

Pero este proceso requiere tiempo y mucho almecenamiento pero tintas para alimentos impresos en 3D generalmente se hacen a partir de alimentos en puré en forma líquida o semisólida, y luego se imprimen en 3D por extrusión desde una boquilla y se ensamblan capa por capa.

Menos aditivos

Los alimentos deshidratados y los polvos liofilizados que se usan como tintas para alimentos generalmente contienen un alto porcentaje de aditivos alimentarios, como hidrocoloides (HC).

La alta concentración de HC suele cambiar el sabor, la textura y el aroma de los alimentos impresos, haciéndolos poco apetecibles para los pacientes con disfagia. Pero un nuevo proceso de ‘tintas’ para producir alimentos en impresoras 3D con verduras frescas y congeladas preserva mejor sus propiedades nutritivas y sabor.

Este nuevo proceso ha sido desarrollado por el equipo de investigación de la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur (NTU Singapur), la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur (SUTD) y el Hospital Khoo Teck Puat (KTPH).

Las formulaciones de tinta optimizadas muestran una excelente capacidad de impresión en 3D, una mínima filtración de agua y microestructuras densas con una cantidad mínima de HC. El uso de verduras frescas en lugar de alimentos liofilizados sirve para preservar el sabor y la nutrición como si fueran alimentos reales. Según ha explicado Yi Zhang, investigador principal del equipo de NTU:

Nuestra tecnología ayuda a proporcionar a los pacientes disfágicos dietas adecuadas, ricas en nutrientes y seguras. Su alimentación es más digna, lo que les permite socializar y consumir comidas que se ven, se sienten y saben como comida normal. Nuestro método de impresión 3D de verduras frescas se puede utilizar fácilmente en hospitales, hogares de ancianos, guarderías para la población que envejece con disfagia y otros trastornos de la deglución. Nuestra investigación es también un paso más en la gastronomía digital, donde podemos satisfacen los requisitos específicos prescritos por los dietistas, como la personalización de la nutrición y el atractivo visual.


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Xataka Ciencia

por
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Toda esta vida es la que cabe al final del punto de esta oración.

Por portal-3

Toda esta vida es la que cabe al final del punto de esta oración.

Contemplad el punto final de la frase de un libro. O quizá el punto final de esta misma oración. Tratad de ampliarlo. Imaginad que lo hacéis gigante. Que podéis asomarons dentro.

En la siguiente imagen podréis ver todo lo que cabría dentro.

Toda la vida que nos rodea

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Lo que queda en evidencia en esta impactante imagen es que la vida nos rodea, la vida está en todos sitios (la veamos o no), y también nos penetra, se posa sobre nuestra piel, nos ayuda a vivir, nos mata.

Algunas incluso apestan. Pero bacterias generan olores repulsivos no como parte de su material de desecho, sino como un medio para evitar que nosotros nos comamos su comida

Mención aparte merecen las bacterias corporales. En su mayoría estas especies no son patógenos, sino dentritívoros que se alimentan de nuestro cuerpo a medida que se descompone. De hecho, dejamos un reguero de vida por todos los sitios: la piel se nos descascarilla mientras deambulamos por casa en un proceso denominado «descamación».

50 millones de escamas al día

Todos nos descomponemos a un ritmo aproximado de 50 millones de escamas al día. Cada copo de piel que pulula por el aire contiene, a su vez, miles de bacterias que viven y se alimentan de él, tal y como explica Rob Dunn en su libro ¿Solo en casa?:

A lomos de esos paracaídas de piel, estas bacterias se desprenden de nosotros como si fueran una nevada constante. También liberamos bacterias a través de los fluidos corporales (la saliva y demás) y en las heces que depositamos acá y acullá. Como consecuencia, los lugares de casa en los que pasamos tiempo portan marcas de nuestra presencia. Cada lugar analizado de cualquier habitáculo donde posamos el cuerpo contiene signos microbianos de la vida vivida.

De hecho, donde ponemos más tiempo el cuerpo (con independencia de la humedad y la temperatura del sitio) contiene mayor cantidad de ácaros. Matt Colloff, de la Universidad de Glasgow, halló en un estudio que él mismo «dejaba» 18 especies de ácaros en total allí donde se posaba, sobre todo en el colchón de su cama. Sobre todo había ácaros del polvo y depredadores de ácaros del polvo, viviendo allí en su colchón y alimentándose de su cuerpo mientras se descamaba.

Todo esto, además de asco en el sentido estricto de la palabra, también nos puede servir para debatir acerca del asco moral, de las líneas arbitrarias que establecemos para considerar una vida digna de ser protegida, ignorada o hasta eliminada. Los conflictos bioéticos que surgen a propósito del debate del aborto, por ejemplo, pueden enriquecerse mucho gracias a datos como este, y otros que podéis ver en el siguiente vídeo (no apto para los que estén muy, muy seguros de que poseen la verdad):


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