La mayor fuente de azufre para el medioambiente ya no son las centrales eléctricas de carbón sino la agricultura

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La mayor fuente de azufre para el medioambiente ya no son las centrales eléctricas de carbón sino la agricultura

Según un nuevo estudio publicado en Nature Geoscience, el uso de fertilizantes y pesticidas en las tierras de cultivo son ahora la fuente más importante de azufre para el medio ambiente.

Esta fuente reemplaza así a la que antes era la mayor fuente de azufre reactivo: las centrales eléctricas de carbón.

Lluvia ácida

El azufre reactivo es un componente de la lluvia ácida, para la biosfera. Puede reaccionar rápidamente y, como lo demostraron décadas de investigación sobre la lluvia ácida, afectar la salud del ecosistema y el ciclo de metales tóxicos que representan un peligro para la vida silvestre y las personas.

Según explica Eve-Lyn Hinckley, profesora asistente de estudios ambientales en la Universidad de Colorado, en Estados Unidos y autora principal del estudio:

Parecía que la historia del azufre había terminado. Pero nuestro análisis muestra que las aplicaciones de azufre en las tierras de cultivo en Estados Unidos y otros países a menudo son diez veces más altas que la carga máxima de azufre en la lluvia ácida. Nadie ha analizado de manera integral las consecuencias ambientales y para la salud humana de estas adiciones.

Los investigadores predicen que las tendencias crecientes continuarán en muchas tierras de cultivo de todo el mundo, en lugares como China e India que todavía están trabajando para regular las emisiones de combustibles fósiles.

El azufre en la agricultura no va a desaparecer. Sin embargo, existe la oportunidad de unir la ciencia y la práctica para crear soluciones viables que protejan los objetivos ambientales, económicos y de salud humana a largo plazo.


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fue publicada originalmente en

Xataka Ciencia

por
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El día en que empezó a distinguirse lo natural de lo sobrenatural

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El día en que empezó a distinguirse lo natural de lo sobrenatural

Actualmente, resulta normal distinguir entre hechos naturales y sobrenaturales: los primeros se rigen por leyes que conocemos, los segundos parecen escapar de ellas. Sin embargo, esta distinción es relativamente reciente, y cuando se produjo constituyó toda una revolución intelectual.

Esta revolución tuvo lugar porque se abolía el ámbito de lo que se hallaba entre lo natural y lo sobrenatural, el ámbito de lo preternatural: fantasmas, brujas y monstruos.

El advenimiento de la ciencia y los experimentos

Con la intención de transformar los hechos extraños en hechos vulgaores, cada vez más filósofos del siglo XVII insistían en que podría reproducirse cualquier hecho raro o insólito, y entonces hallar sus causas, su explicación, retirando el manto de misticismo. De esta forma, lo supuestamente sobrenatural se iba transformando en algo natural.

Galileo, así, insistía en que las montaña de la Luna eran lo mismo que las montañas de la Tierra. O que las lunas de Júpiter eran lo mismo que nuestras luna. O que las fases de Venus eran lo mismo que las fases de nuestra luna. Como explica David Wootton en su libro La invención de la ciencia: «A cada paso tomaba los hechos más extraños y los hacía tan vulgares como fuera posible». La dificultad estribaba, pues, en saber cómo y cuándo distinguir entre filosofía natural y teología:

The Logic of Port-Royal esboza lo que podría ir mal cuando describe las personas que son demasiado crédulas cuando se trata de milagros. Se tragan, dice, un hecho extraño, y cuando encuentran objecciones al mismo cambian su relato para acomodarlas; el hecho extraño puede sobrevivir únicamente si se lo convierte en un hecho más natural, lo que en este caso implica, para empezar, apartare más y más de cualquier verdad que pudiera haber existido en él.

Simon Stevin

Simon Stevin, un matemático, ingeniero militar e hidráulico, constructor de molinos y fortificaciones, semiólogo, contable e intendente neerlandés abunda en ello, a mediados del 1600, en su lema «La maravilla no es una maravilla»:

En filosofía, siempre hay que proceder de la maravilla hasta la no maravilla, es decir, hay que continuar la investigación que se hace hasta que aquello que se creyó extraño y no nos parezca extraño; pero en teología, hay que proceder desde la no maravilla hasta la maravilla, es decir, hay que estudiar las Escrituras hasta que lo que no nos parece extraño, nos lo parezca, y que todo sea maravilloso.

Por primera vez, pues, algunos pensadores empiezan a enfrentarse a los fenómenos con cuidado, confiando más en los experimentos, las evidencias, las pruebas, el sabe explicar la concatenación de hechos que producen un fenómeno, antes que en lo subjetivo, en la revelación, el la falacia de autoridad o el ad hominem. Sobre todo consiste en un desencantamiento del mundo: la asunción de que todo puede explicarse, por muy complejo que pueda resultar, y que no debe simplemente aducirse palabras vacías para describir el mundo como «magia», «dios» o «sobrenatural».


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