Los cánceres pediátricos presentan mutaciones diferentes a las de los adultos, hecho que explicaría el fracaso de algunas terapias en niños.
La pérdida de la audición o la vista suele ser parte del envejecimiento, pero un nuevo estudio sugiere que perder la función en ambos sentidos (tiene que ser los dos, no solo uno) aumentaría el riesgo de sufrir demencia y deterioro cognitivo transcurridos unos años.
Ambos sentidos simultáneamente
El estudio examinó a 6.520 personas de edades comprendidas entre los 58 y 101 años. La discapacidad visual y auditiva se determinó mediante un cuestionario en el que se preguntaba sobre el uso de gafas o audífonos.
Al comienzo del estudio, 932 personas tenían una vista y un oído normales, 2.957 tenían impedimentos visuales o auditivos y 2.631 dijeron que tenían ambos impedimentos.
La demencia fue más del doble de común en el grupo con ambas deficiencias al comienzo del estudio. En ese grupo, 201 personas de 2.631, o el 8%, tenían demencia al comienzo del estudio, en comparación con el 2,4% con una discapacidad sensorial y el 2,3% sin discapacidad sensorial.
Los investigadores evaluaron las habilidades de pensamiento y memoria de las personas cada dos años durante seis años utilizando una prueba que incluye el recuerdo y el reconocimiento de palabras. Luego analizaron la relación entre tener una discapacidad auditiva o visual y la demencia y tener tanto deficiencias como demencia.
Después de ajustar factores como el sexo, la educación y los ingresos, los investigadores encontraron que el grupo con discapacidad auditiva y visual tenía el doble de probabilidad de desarrollar demencia que el grupo con función sensorial normal.
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La demencia y el deterioro cognitivo podría estar más cerca si pierdes audición y visión, según nuevo estudio
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En términos de envejecimiento biológico, el cuerpo parece cambiar de fase tres veces durante nuestra vida: a los 34 años, a los 60 años y a los 78 años.
En otras palabras, existe evidencia de que el envejecimiento no es un proceso progresivo que se mueve a la misma velocidad a lo largo de nuestras vidas, sino que está puntuado por picos (o mejor dicho, valles).
Los niveles de proteína en sangre: el proteoma
La investigación ha sido publicada en Nature Medicine, y también ha presentado una nueva forma de predecir de manera confiable la edad de las personas utilizando los niveles de proteína (el proteoma) en su sangre.
El equipo analizó datos del plasma sanguíneo de 4.263 personas de entre 18 y 95 años, estudiando los niveles de alrededor de 3.000 proteínas diferentes.
Si bien estos niveles de proteínas a menudo se mantienen relativamente constantes, los investigadores encontraron que ocurrieron grandes cambios en las lecturas de múltiples proteínas alrededor de la edad adulta joven (34 años), la mediana edad tardía (60 años) y la vejez (78 años).
Según Tony Wyss-Coray, del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de Stanford:
Sabemos desde hace mucho tiempo que la medición de ciertas proteínas en la sangre puede brindarle información sobre el estado de salud de una persona, por ejemplo, las lipoproteínas para la salud cardiovascular.
Los investigadores pudieron configurar un sistema mediante el cual la mezcla de 373 proteínas seleccionadas en la sangre podría usarse para predecir con precisión la edad de una persona, dentro de unos tres años más o menos: cuando el sistema fallaba al predecir una edad demasiado joven, el sujeto generalmente era muy saludable para su edad.
Otro hallazgo del estudio ofrece más evidencia de algo que se sospecha desde hace mucho tiempo: que los hombres y las mujeres envejecen de manera diferente. De las 1379 proteínas que cambiaron con la edad, 895 (casi dos tercios) fueron significativamente más predictivas para un sexo en comparación con el otro.
Estos hallazgos podrían ayudarnos a comprender mejor cómo nuestros cuerpos comienzan a descomponerse a medida que envejecemos, y cómo se podrían abordar mejor las enfermedades específicas relacionadas con la edad, incluida la enfermedad de Alzheimer o las enfermedades cardiovasculares.
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373 proteínas seleccionadas en la sangre podrían usarse para predecir con precisión la edad de una persona
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Con células embrionarias de ranas se hacen pequeños robots, o xenobots, que se mueven libremente, curan sus lesiones y crean sus propios comportamientos de grupo.
No solo el hígado metaboliza el etanol: los astrocitos del cerebelo están directamente implicados, según se ha visto en ratones.
Nunca antes se había detectado radiación X en el gigante helado. Los investigadores consideran tres posibles causas: la luz solar, las auroras del planeta o su sistema de anillos.
Las hormonas femeninas participan en el mecanismo de acción del compuesto, por lo que el efecto tan solo se observa en ratones hembra.
Lucy Jones es una reconocida sismóloga que ha trabajado con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), así que sabe bastante de catástrofes. Por eso ha escrito Desastres: cómo las catástrofes moldean la historia.
Un libro donde narra, capítulo a capítulo, algunas de las grandes catástrofes que han asolado la Tierra y lo que estas han revelado sobre la condición humana.
Cambios a lo bruto
Cada una de estas catástrofes cambió el funcionamiento de la sociedad que habitaba en su rango de acción. Debido a la mayor densidad y complejidad de nuestras ciudades, además, el riesgo es cada vez mayor: hay más gente que nunca en riesgo de perder las infraestructuras que hacen posible la vida.
Desastres.: Como las grandes catástrofes moldean nuestra historia (Ensayo)
Los desastres abordados por Jones van desde la lluvia de fuego y azufre de Pompeya, en el año 79 d.C. hasta el terremoto de la isla de Tohoku, en Japón, que tuvo lugar en el año 2011.
Los terremotos, inundaciones, tsunamis, huracanes, volcanes provienen de las mismas fuerzas que dan vida a nuestro planeta. Los terremotos nos dan manantiales naturales; los volcanes producen suelos fértiles. Solo cuando estas fuerzas exceden nuestra capacidad de resistirlas se convierten en desastres. Juntas han moldeado nuestras ciudades y su arquitectura; han aupado líderes y derrocado Gobiernos; han influído en la forma en que pensamos, sentimos, luchamos, nos unimos o rezamos. La historia de los desastres naturales es nuestra propia historia.
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Libros que nos inspiran: ‘Desastres: cómo las catástrofes moldean la historia’, de Lucy Jones
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El planeta rocoso GJ 1132b, de tamaño similar a la Tierra, podría haber desarrollado una atmósfera secundaria gracias a la actividad volcánica.
Las nubes muy frías son una señal de que viene una tormenta fuerte. Pero ahora unos cumulonimbos han superado incluso a los huracanes y han marcado un nuevo récord gracias a unas circunstancias poco frecuentes.