Un hombre de 36 años, llamado Santiago Ramón y Cajal, montó un laboratorio casero en su vivienda de Barcelona en 1888 y se lanzó a estudiar en su microscopio rodajas de cerebros humanos, procedentes de los abundantes cadáveres del vecino Hospital de la Santa Cruz. Cajal se topó con un “bosque inextricable” al otro lado de la lente, pero se adentró en aquella jungla y demostró que el cerebro está organizado en células individuales, con las neuronas como principales protagonistas del pensamiento. El neurocientífico italiano Andrea Volterra ha relatado durante años la historia de Cajal a sus alumnos de la Universidad de Lausana (Suiza), pero este miércoles es él quien anuncia el descubrimiento de “un nuevo tipo de célula” en el cerebro humano.