Varios estudios han demostrado que los traumas son hereditarios : una mala experiencia puede ser sufrida por una persona y por sus descendientes. Ahora, un nuevo estudio ha descubierto que estas situaciones, de ser muy extremas, pueden permanecer en los genes hasta tres generaciones, provocando una alteración del funcionamiento neurológico en ratones, que lleva asociado mayores niveles de pánico y ansiedad. Pero los autores no se han quedado ahí: han hallado un fármaco, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de EE.UU., que se inhala y que puede revertir dichos efectos. En concreto, se trata de la amilorida, un medicamento diurético que se administra en el tratamiento de la hipertensión y en la insuficiencia cardíaca congestiva. Las conclusiones del estudio acaban de salir en la revista ‘ Science Advances ‘. A pesar de haber sido probado solo en ratones, los investigadores afirman que podrían aplicarse a los tratamientos experimentales en humanos que «sufren trastornos de pánico y que pueden haber enfrentado adversidades a edad temprana». El objetivo del estudio era comprender cómo los traumas se convierten en «recuerdos biológicos» en el cerebro. Experimentos anteriores muestran que los ratones separados de sus madres a edad temprana y criados por múltiples ‘padres adoptivos’ tenían una expresión mejorada de ASIC1, un gen que ayuda a detectar cambios de pH en los procesos del sistema nervioso. El experimento consistió en estudiar tanto a los ratones que fueron separados de sus madres de forma temprana como a dos generaciones posteriores exponiéndoles a dicho fármaco. Primero, separaron la primera generación de ratones de sus madres, emparejándolos con nuevas madres «adoptivas» cada 24 horas durante cuatro días dentro de la primera semana de vida. Después, devolvieron a los ratones jóvenes a la crianza normal y permitieron que los ratones separados de sus progenitoras se aparearan durante dos generaciones más. El aire enriquecido con el fármaco provocó que los ratones expuestos a la situación traumática de separación y su progenie oxigenaran mejor. Los análisis moleculares revelaron que la expresión de ASIC1, ASIC2 y ASIC3 mejoró en los linajes expuestos a los traumas infantiles, particularmente en el bulbo raquídeo y la materia gris periacueductal, regiones del cerebro responsables de los procesos sensoriales y del dolor. De hecho, tan solo una dosis revirtió los problemas neuronales en las siguientes generaciones. «Son resultados muy novedosos, pero también preliminares y deben ser confirmados y extendidos por otros laboratorios incluyendo experimentos en personas», señala para el SMC Raül Andero Galí, psicólogo y profesor de Investigación ICREA en la Universitat Autònoma de Barcelona. Andero Galí critica que este trabajo no estudia cómo puede estar pasando esta transmisión intergeneracional del efecto del fármaco, si bien califica de «muy novedosos» los resultados. MÁS INFORMACIÓN noticia No Nobel de Química 2023 para los descubridores de los puntos cuánticos, que iluminan desde los televisores a la cirugía del cáncer noticia No Nobel de Física 2023 para las herramientas de luz que permiten ver en tiempo real qué pasa en el interior de los átomos En la misma línea se manifiesta Ángel Barco, director del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y el CSIC, quien echa en falta la «explicación del mecanismo que puede subyacer a esa transmisión transgeneracional».