Las condiciones de microgravedad de la ISS resultan ideales para realizar muchos experimentos que en la Tierra serían muy difíciles o imposibles. Algunos de los avances de la investigación en microgravedad ha proporcionado nuevos conocimientos sobre el Alzheimer, el Parkinson, el cáncer, el asma o las enfermedades del corazó n . Sin la interferencia de la gravedad terrestre los investigadores de Alzheimer han estudiado grupos de proteínas que pueden causar enfermedades neurodegenerativas. Los del cáncer estudiaron el crecimiento de las células endoteliales que ayudan a suministrar sangre al cuerpo, sangre que los tumores necesitan para formarse. Las células cultivadas en la ISS crecen mejor que las de la Tierra y pueden ayudar a probar tratamientos. Un nuevo tipo de fuego : cuando los científicos quemaron gotas de combustible en el estudio del Experimento de extinción de llamas (FLEX), ocurrió algo inesperado. Una gota de combustible de heptano pareció extinguirse, pero en realidad continuó ardiendo sin una llama visible a temperaturas dos veces y media más bajas que una vela típica. Cuando hablamos de fuego, generalmente pensamos en el calor, pero las llamas ‘especiales’ creadas a bordo de la ISS mantienen las cosas un poco más frescas. Eliminar la gravedad de los estudios de combustión permite la exploración de los principios básicos de las llamas. Se han producido llamas frías en la Tierra, pero se apagan rápidamente. En la ISS, las llamas frías pueden arder durante minutos, lo que brinda a los científicos una mejor oportunidad para estudiarlas. Aprender más sobre el comportamiento de estas llamas químicamente diferentes podría conducir al desarrollo de vehículos más eficientes y menos contaminantes y proporcionar nuevas formas de luchar contra los incendios a gran escala. Nuevos sistemas de purificación de agua : El agua es vital para la supervivencia humana, pero muchas personas en todo el mundo carecen de acceso a agua limpia. Ahora, esas poblaciones en riesgo podrán acceder a sistemas avanzados de filtración y purificación gracias a la tecnología desarrollada para la estación espacial, que permite a los astronautas que viven a bordo reciclar hasta el 93% de su agua. Desarrollo de fármacos : los experimentos de crecimiento de cristales de proteínas realizados a bordo de la ISS han proporcionado información sobre numerosos tratamientos de enfermedades, desde el cáncer hasta la enfermedad de las encías. Uno de los resultados más prometedores proviene del estudio de una proteína asociada con la distrofia muscular de Duchenne (DMD), un trastorno genético incurable. Un tratamiento para DMD basado en esta investigación se encuentra ya en la fase de ensayos clínicos. Atrofia muscular y pérdida ósea : los estudios en la ISS han contribuido en gran medida a nuestro conocimiento de la pérdida ósea y muscular en los astronautas, y cómo mitigar esos efectos. Pero el conocimiento obtenido también se aplica a las personas en la Tierra que se enfrentan a enfermedades como la osteoporosis. Quinto estado de la materia : hace 25 años, los científicos produjeron por primera vez en la Tierra un quinto estado de la materia, llamado condensado de Bose-Einstein (BEC). En 2018, el Cold Atom Lab de la NASA se convirtió en la primera instalación en producir ese estado de la materia en el espacio. Un logro que ya está proporcionando valiosa información sobre las leyes fundamentales de la mecánica cuántica. Monitorizar el planeta : la capacidad de albergar diversos instrumentos, tanto internos como externos, ha hecho que la estación espacial se convierta en una plataforma robusta para los investigadores que estudian el agua, el aire, las masas terrestres y la vegetación de la Tierra, al mismo tiempo que les proporciona vistas adicionales. más allá de los típicos satélites de teledetección de la NASA. Además, la estación se ha convertido en un participante activo en la recopilación de datos orbitales para respaldar las actividades de respuesta a desastres como tormentas e incendios. Buscando materia oscura : las estrellas, los planetas y las moléculas que los componen son menos del cinco por ciento del contenido de masa y energía del Universo. El resto es materia oscura, materia invisible que no se puede detectar directamente pero que se puede inferir. El espectrómetro magnético Alpha – 02 (AMS-02) ha estado buscando evidencia de esta sustancia en la estación espacial desde 2011, recopilando datos sobre más de 100 mil millones de partículas cósmicas.
