Un hombre de 25 años quedó tendido en el suelo un día primaveral de 1938. Un proyectil le acababa de atravesar la cabeza, en el frente valenciano de la Guerra Civil Española. Cuando recuperó la consciencia dos semanas después, aquel soldado republicano había sufrido un cambio asombroso: en determinadas condiciones veía el mundo al revés. El médico Justo Gonzalo, de 28 años, atendió el caso en un hospital militar cercano. El proyectil, muy probablemente un disparo del bando franquista, había destruido parcialmente las circunvoluciones de su corteza cerebral en la región parietooccipital izquierda. El herido, sin embargo, sobrevivió milagrosamente, sin necesidad de operaciones ni cuidados especiales. Gonzalo, nacido en Barcelona en 1910, se dio cuenta enseguida de que aquel caso insólito —al que bautizó paciente M— podía iluminar el funcionamiento del cerebro humano.