Ahora nos fascina el uso de la inteligencia artificial (IA) generativa, que crea imágenes impactantes a partir de peticiones en texto, y desde hace meses una parte del gremio del arte alza la voz preocupada por lo que puede suponer la popularización de este tipo de herramientas, como Dall-E o Midjourney. Pero mucho antes de este nivel de perfeccionamiento, hace 50 años, el arte ya estaba probando con los ordenadores y en España se estaba fraguando un experimento sin precedentes.