Hallan pruebas de que la Luna pudo haber protegido la atmósfera de la Tierra primitiva

Por 15/10/2020 Portal

La Tierra primitiva no era un lugar agradable para vivir. Hace unos 4.500 millones de años, nuestro planeta recibió el impacto de Theia, un objeto del tamaño de Marte, que literalmente arrancó parte de él y lo calentó a miles de grados. Tan «solo» 500 millones de años después, nuestro hogar recibió una lluvia de asteroides que provocaron que su superficie se fundiera. Y mientras todo esto ocurría, un joven
Sol, que aunque era mucho menos brillante y más frío que ahora, azotaba el espacio con violentas y poderosas llamaradas, además de un salvaje viento solar.

Ante todo esto, es casi un milagro que la Tierra consiguiera evolucionar después a un mundo con una acogedora atmósfera propicia para albergar la vida. De hecho, tendríamos que agradecer a Theia su choque, ya que esos trozos que se separaron de nuestro planeta acabaron formando la Luna. Y una nueva investigación publicada en «Science Advances» muestra que el campo magnético de la Luna podría haber protegido a la Tierra de todo el peso de la ira de nuestra estrella.

«Parece ser que la Luna tuvo una gran barrera protectora que salvó del viento solar a la Tierra. Esto fue fundamental para la capacidad de nuestro planeta para mantener su atmósfera durante ese momento», explica para ScienceAlert el físico Jim Green, científico jefe de la NASA y autor principal del nuevo estudio.

El campo magnético de la Luna
Hasta hace relativamente poco, se consideraba que la Luna era un trozo de roca sin vida. Ahora no tiene un campo magnético, por lo que se asumió que nunca lo poseyó, ya que es muy pequeña y puede que no haya mantenido el efecto dínamo requerido. Pero todo cambió cuando enviamos a los primeros hombres en la década de los 70 y las rocas que trajeron a la Tierra evidenciaron que en realidad sí había tenido un campo magnético en la antigüedad y, además, muy parecido al nuestro.

El campo magnético de la Tierra es el resultado de una dínamo, un fluido -en este caso, el hierro fundido del núcleo- que gira y conduce la electricidad, convirtiendo la energía cinética en energía magnética, que acaba saliendo al espacio en una suerte de escudo terrestre que envuelve al planeta. La Luna también tuvo un núcleo activo hasta hace entre 1.000 y 2.500 millones de años, momento en el que el satélite se enfrió hasta el punto en el que el núcleo de hierro se solidificó.

Campos magnéticos conectados
Ademas, hace 4.000 millones de años, la Luna estaba a tan solo 130.000 kilómetros de distancia (hoy se encuentra a unos 385.000). Por otro lado, nuestro planeta también giraba más rápido entonces: un día eran solo cinco horas. A medida que la rotación del planeta se ralentiza, la Luna retrocede a una velocidad de aproximadamente 3,82 centímetros al año.

Green y su equipo querían saber cómo interactuaría el campo magnético de la Luna con el de la Tierra en esas condiciones, por lo que diseñaron un modelo de ordenador. Con él descubrieron que los campos magnéticos de los dos cuerpos estuvieron conectados a través de los polos. Este campo magnético combinado habría protegido a la atmósfera de la Tierra de ser destruida por el viento solar.

La Tierra, la Luna y sus campos magnéticos unidos

NASA
El misterio del nitrógeno en el regolito
Esta teoría explicaría también el nitrógeno hallado en el regolito lunar -capa de polvo de rocas trituradas que cubre la superficie de nuestro satélite-, que según los últimos indicios no pertenece a la Luna, sino que llegó de otro lugar. Las simulaciones sugieren que la Tierra y la Luna podrían haber intercambiado gases atmosféricos y, por tanto, un mecanismo de intercambio de nitrógeno.

Los modelos indican que los dos campos magnéticos permanecieron unidos hasta hace unos 3.500 millones de años, lo que coincide con el tiempo de la atmósfera lunar, así como con la fuerza del campo magnético, que se ha probado que alcanzó su punto máximo hace aproximadamente 4.000 millones de años. Es decir, la Luna pudo ser una clave mucho más importante en el surgimiento de la vida en la Tierra.