Al principio eran los filósofos, luego los teólogos, después los sociólogos, algún fisiólogo y a partir del siglo XX las ciencias de la salud mental. Ahora, hasta la arquitectura y la zoología. Todas estas disciplinas se han asomado al aburrimiento para tratar de desentrañar los misterios de ese cansancio del ánimo tan humano. La murciana Josefa Ros Velasco, de 35 años, acaba de recibir el Premio Nacional de Investigación precisamente por su trabajo sobre el aburrimiento. Después de una década de estudio, y tras publicar La enfermedad del aburrimiento (Alianza), esta filósofa está convencida de que es una emoción “esencial en la evolución de nuestra especie”, un mecanismo adaptativo que nos hace mejorar: “Gracias a experimentar ese malestar, te sientes instado a introducir cualquier novedad en tu contexto para dejarlo atrás”.