«Fíjate en esto». «Mira, parece interesante». Los seres humanos compartimos nuestra curiosidad sobre el mundo. Advertimos a otros acerca de lo que nos llama la atención, muchas veces solo para que participen de la experiencia, sin ningún otro objetivo. Este gesto referencial se creía exclusivo de nuestra especie pero, según un estudio que publica este lunes la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS), no somos los únicos. Investigadores de las universidades de York y Warwick han observado cómo una chimpancé salvaje del bosque de Kibale, en Uganda, muestra una hoja a su madre simplemente para que ella también la mire. La escena, mostrada en un vídeo que dura apenas unos segundos, es tan sencilla que podría pasar desapercibida. ¿Por qué es importante un gesto tan pequeño? Los humanos comienzan a utilizar gestos referenciales para mostrar o señalar objetos o eventos de interés para otros en el primer año de vida, antes de producir sus primeras palabras habladas. Los científicos creen que este tipo de gestos se basan en capacidades de inteligencia relativamente complejas y representan el punto de partida para el uso de símbolos y del lenguaje. Según los autores, hasta ahora nunca se había visto a los primates participar en este comportamiento: todos los gestos referenciales previamente documentados entre los grandes simios se producían para pedir o conseguir algo, como comida o una sesión de aseo, no solo para compartir la atención. Por el contrario, la conducta de la chimpancé ‘Fiona’ con su madre, ‘Sutherland’, sugiere que, en determinadas condiciones sociales, los chimpancés salvajes sí pueden compartir experiencias entre sí, utilizando gestos para comentar sobre el mundo. Los investigadores examinaron más de 80 eventos similares con hojas para descartar explicaciones alternativas para el comportamiento, incluido compartir alimentos e iniciar el aseo o el juego. Las descartaron todas. «A las personas les encanta compartir experiencias entre sí; las redes sociales capitalizan esta característica, e incluso en nuestro primer año de vida comenzamos a mostrar otras cosas interesantes que hemos encontrado», apunta Claudia Wilke, del Departamento de Psicología de la Universidad de York. «Se ha sugerido que ‘compartir por compartir’ es un rasgo exclusivamente humano, pero nuestra observación de estos chimpancés salvajes lo desafía. Observamos a un chimpancé adulto que le mostraba a su madre una hoja que había estado arreglando, no porque quisiera que hiciera algo con la hoja, sino porque simplemente quería que ella también la mirara», explica. La mente humana Los investigadores llevarán a cabo más investigaciones sobre comunidades de chimpancés para ver si pueden observar a otros chimpancés participando en este comportamiento. Según indican, el descubrimiento podría tener implicaciones para nuestra comprensión de la evolución de la cognición social humana y lo que hace que las mentes humanas sean únicas. «Se ha argumentado que nuestra capacidad para compartir experiencias nos ayudó a desarrollar las habilidades cognitivas que nos diferencian de otras especies, como nuestra capacidad de acción conjunta, cooperación y lenguaje», señala Katie Slocombe, profesora en York y coautora del estudio. MÁS INFORMACIÓN noticia No Las ratas también bailan al ritmo de Michael Jackson y Lady Gaga noticia No ¿Juegan los abejorros con canicas de madera? «Nuestras observaciones plantean nuevas preguntas sobre por qué los humanos comparten experiencias con más frecuencia que nuestros parientes vivos más cercanos y si participar en este comportamiento más que otras especies aún puede explicar la evolución de las funciones cognitivas que sustentan el comportamiento social humano», añade.