La historia está en los genes: hallan decenas de miles de parientes vivos de 27 esclavos afroamericanos de una fundición en Maryland

Por 03/08/2023 Portal

A mediados del siglo XVIII, en vísperas de la Revolución estadounidense, los hermanos James, Baker, Roger y Thomas Johnson se fijaron en el potencial del valle a los pies de la montaña de Catoctin, en lo que ahora es Maryland. De allí se podía extraer hierro y carbón, materiales base de la incipiente industria que los primeros colonos europeos llevaron al Nuevo Mundo. En 1776, los hermanos inauguraron Horno Catoctin, que se acabaría convirtiendo con el paso del tiempo en la fundición de referencia en la zona. Pero, para que las instalaciones rindieran a pleno pulmón, se necesitaba mano de obra. Y, por aquel entonces, los esclavos llegados desde el Viejo Mundo eran la opción más viable. Tantos trabajaron allí que, poco tiempo después, aquel complejo en el que los esclavos hacían las veces de herreros, mineros, forjadores, agricultores e incluso sirvientes de sus esclavistas, tuvo que crear un cementerio aparte para ellos. Allí fueron enterrados 27 esclavos que siglos después, en los años 70 y ya con el horno cerrado (estuvo en funcionamiento hasta 1903), fueron exhumados durante las obras de construcción de una carretera. Aquella veintena de cuerpos fue llevada al Museo Smithsonian, donde se custodian desde entonces. Ahora, la historia acaba de dar un nuevo giro: un estudio genético pionero acaba de revelar que 40.000 personas que viven actualmente en Estados Unidos son parientes de aquellos 27 esclavos que vivieron y murieron en la fundición Catoctin. Y que sus raíces se remontan al suroeste de África y a Europa, sobre todo las islas británicas. Las conclusiones se acaban de publicar en la revista ‘ Science ‘. Sin registros de esclavos hasta 1870 Hasta ahora, para ‘rebuscar’ entre la herencia genética de los primeros afroamericanos había que dirigirse al ADN mitocondrial (que solo se hereda de la parte materna), el ADN del cromosoma Y (vinculado a los varones) o a bases de datos científicas bastante limitadas (y, que en muchos casos, la población negra se encuentra poco representada). Este trabajo abre una nueva vía al comparar ADN antiguo con las ingentes bases de datos creadas en los últimos años por empresas privadas dedicadas a hacer test genéticos. «Se combina por primera vez dos desarrollos transformadores en genómica en la última década: tecnología de ADN antiguo, que hace posible secuenciar eficientemente datos de genoma completo de restos humanos; y bases de datos genéticas directas que contienen datos de millones de personas que han dado su consentimiento para participar en la investigación», explica David Reich, profesor de genética y biología evolutiva en la Universidad de Harvard y coautor del estudio. «Este trabajo demuestra el poder del ADN para brindar información sobre los orígenes ancestrales». Noticia Relacionada estandar No El ADN de Luzio arroja luz sobre el origen de los pueblos indígenas de América P. Biosca Vivió hace unos 10.000 años y era descendiente de la población ancestral que se asentó en el continente americano hace al menos 16.000 años que dio origen a todos los pueblos indígenas actuales Si un afroamericano desciende de un antepasado que era libre antes de la Guerra Civil americana, se puede rastrear su relación con esa persona con relativa facilidad. El problema llega cuando se busca entre la población esclavizada, de la que en muchos casos no quedaba constancia en ningún sitio. De hecho, hasta 1870, EE. UU. no incluyó en su censo a estas personas. Por este motivo, la Sociedad Histórica de Catoctin Furnace y la Sociedad del Patrimonio y la Cultura de Recursos Afroamericanos del condado de Frederick, en Maryland, han estado trabajando para recuperar la memoria de aquellas gentes e identificar a los descendientes de los afroamericanos que pasaron por allí durante el casi siglo y medio que los hornos estuvieron en marcha. Gracias a un estudio genealógico, encontraron dos familias parientes de aquellos esclavos. Pero intuían que había mucho más. Por ello se pusieron en contacto con el Smithsonian, quien con el permiso de los descendientes, concedió el acceso para secuenciar y analizar el ADN de los cuerpos que tenía en custodia en sus instalaciones. A la vez, se involucraron expertos de la Universidad de Boston, la Universidad de Harvard y la empresa 23andMe, que realiza test genéticos bajo demanda particular y cuenta con una base de más de 9 millones de personas que aportaron de forma consciente sus genes y su localización geográfica. Los parientes vivos Por su parte, el equipo científico desarrolló un algoritmo capaz de analizar los segmentos de ADN que comparten dos o más personas, lo que señala que compartieron un ancestro reciente. Por ejemplo, los primos suelen tener segmentos de ADN idénticos porque los han heredado de un abuelo común. «Cuantos más segmentos de ADN idénticos y más largos, más probable es que sean parientes cercanos«, explican los autores. Utilizando este método descubrieron que de los más de 9 millones de personas del registro, 41.799 estaban relacionados genéticamente con uno o más de los 27 esclavos de Catoctin. Llegaron más lejos: de ellos, 2.975 eran parientes cercanos (cinco grados de separación o algo así como un tatara-tatara-tatara-nieto), ya que compartían más del 0,4 por ciento del genoma. Además, gracias a que la base de datos de 23andMe incluía información geográfica, se pudo ver la dispersión geográfica de los parientes y, tal como se constató, la mayor parte de ellos seguían en los alrededores de Maryland, lo que indica que muchos no se alejaron demasiado de la fundición. Los antecesores a los esclavos Pero parientes no significan descendientes directos; de hecho, la mayoría son familiares muy lejanos. ¿Por qué? Los autores sospechan que muchas de sus conexiones con las personas de Catoctin se remontan a ancestros compartidos que vivieron en África o Europa durante o antes de que los esclavos viajaran a EE. UU. Es decir, que el ancestro común que los 27 esclavos tienen con esas más de 40.000 personas vivas es, en su mayoría, alguien que vivió en África. De hecho, los investigadores descubrieron que los esclavos descendían de un pequeño número de grupos africanos, en particular los wólof (que actualmente se distribuyen por Senegal, Gambia y Mauritania), los mandigna (Gambia, Guinea, Guinea-Bisáu, Senegal, Malí, Sierra Leona, Liberia, Burkina Faso y Costa de Marfil) y los kongo (África central), lo que concuerda con las estadísticas sobre el origen de los esclavos. Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP 1080 Código APP Pero, ¿y la ascendencia europea, sobre todo de Gran Bretaña e Irlanda? Los autores señalan que está información está en línea con los relatos de explotación sexual que sufrieron los esclavos. El equipo descubrió, además, que 15 de los individuos de Catoctin podían agruparse en cinco familias genéticas. Estas familias estaban compuestas principalmente por madres, hijos y hermanos enterrados muy juntos. Los análisis también revelaron que varios de los individuos de Catoctin tenían factores de riesgo de anemia de células falciformes y deficiencia de G6PD, dos trastornos genéticos marcados por anomalías en los glóbulos rojos que aún son comunes entre los afroamericanos. MÁS INFORMACIÓN noticia No Desvelado el origen del misterioso objeto que cayó en una playa en Australia: es parte de un cohete indio noticia No Un misterioso collar hallado en la tumba de una niña muerta hace 7.000 años podría reescribir la Edad de Piedra Los autores señalan que, si bien el trabajo está centrado en esta fundición en concreto, se abre la puerta a una metodología que aproveche no solo los avances en ADN antiguo, sino también el enorme potencial científico de las bases de datos que empresas privadas están realizando con información genética de millones de personas del planeta: lo que muchos se toman como un ‘juego’ o una ‘curiosidad’ puede llevarnos hacia una comprensión más profunda de nuestra propia historia.