Para los amantes de la mitología, el olivo es el regalo de Atenea con el que ganó a Poseidón el privilegio de proteger a los atenienses. Para quienes prefieran la historia, es un árbol que la humanidad comenzó a domesticar hace 70 siglos. Pero durante esos milenios, solo había conseguido utilizar el 20% del fruto para extraer aceite. No ha sido hasta este siglo cuando se ha logrado aprovechar los restos, que se convertían en un desecho contaminante, para crear subproductos de alto valor: energía, alimentos, piensos, fertilizantes, jabones, cosméticos y medicinas humanas y veterinarias. Los procesos tecnológicos consuman una milenaria relación con un árbol que aspira a ser considerado patrimonio mundial.