Año y medio después de la erupción, el nuevo volcán de La Palma y sus coladas siguen siendo un territorio desprotegido. Las excavadoras que abren nuevos caminos están arrasando puntos de emisión de lava asociados a tubos volcánicos que son “únicos en el mundo”, según denuncian a EL PAÍS los científicos responsables de elaborar el mapa de zonas de especial protección.
«Al volcán se le puede sacar rentabilidad»
Carmen Romero, geógrafa de la Universidad de la Laguna, lleva 40 años estudiando los volcanes canarios. Entre todas las erupciones históricas, dice, esta es «la primera en la que existe la posibilidad de hacer las cosas de una forma diferente teniendo en cuenta todas las voces». «Es obvio que hay que hacer nuevas casas para todos los que la perdieron y volver a vertebrar el territorio, pero se está haciendo sin respeto, como si el volcán y las coladas fueran un erial. Pero este volcán es de los propios habitantes de la isla y se puede rentabilizar. Tenemos un claro ejemplo en Caños de Fuego, donde se ha conservado un túnel volcánico de la erupción del San Juan en 1949», detalla. «Hay que preguntarse si todos los terrenos que estaban urbanizados y han quedado arrasados deben volver al mismo uso. Tal vez no se había planificado bien. Ahora es posible repensar el modelo de recuperación», añade.