El pez más grande que existe se ha convertido en una atracción turística. Desde hace años, viajeros y científicos acuden a distintos destinos del mundo con la ilusión de observar, convivir y retratarse junto al tiburón ballena. Entre barcos de empresas turísticas, excursionistas y equipos de buceo, el biólogo británico Joel Gayford monitoreó los hábitos de estos animales en el mar de Baja California Sur (México), e identificó un comportamiento alterado a raíz de interacciones con humanos, así como los efectos que esto puede tener sobre el entorno natural. La investigación acaba de publicarse en la revista Nature.