El ruso Mijail Chesnokov podría haber acabado con un fusil de asalto en el frente de guerra en Ucrania, triturado en la batalla de Bajmut como otros miles de soldados de su edad, pero se acaba de incorporar a un centro científico en Madrid para buscar la cura del cáncer de páncreas. Chesnokov, un bioquímico nacido en Moscú hace 35 años, escapó de Rusia en septiembre, tras la decisión del presidente Vladímir Putin de decretar una confusa movilización de cientos de miles de civiles rusos, obligados a combatir en la invasión de Ucrania. “Nunca he tenido un arma en la mano. No sé luchar, soy muy pacífico. Puedo tener un aspecto un poco agresivo, pero es porque me gusta el rock y el heavy metal”, explica Chesnokov con una sonrisa en su nuevo lugar de trabajo, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), uno de los mejores del mundo en su campo.