Para hacernos una idea de la dificultad de mandar una nave al espacio, podemos recurrir a datos de vehículos de nuestro día a día. Un coche normal lleva unos 50 kilogramos de gasolina para hacer unos 600 kilómetros a velocidades máximas de 120 kilómetros por hora. Un avión Airbus A350 usa unas 90 toneladas de combustible para recorrer 15.000 kilómetros a velocidades de hasta 1.000 kilómetros por hora. Es decir, para recorrer una distancia 25 veces mayor, un avión emplea 1.800 veces más combustible, siendo capaz de viajar 8 veces más rápido que un coche. Conclusión: la cantidad de combustible necesaria para alcanzar velocidades cada vez más altas se incrementa exponencialmente.