Los gatos se pueden tomar el juego muy en serio. Desde hace unas semanas, cada noche, antes de cenar, entretengo al gato con unas plumas atadas a una caña. Le encanta. Se esconde tras el sofá, se agazapa en posición de acecho, menea el trasero, se concentra en el juguete antes de salir corriendo por el pasillo y alcanzar una presa que sabe es falsa. Entonces se detiene. Dejar caer las plumas de la boca y me mira. Quiere que siga moviéndolas, volver a correr y saltar. Divertirse. Él le dedicaría más tiempo al juego del que le doy. Algunos perros hacen lo mismo, son insaciables, no se cansan de traerte la pelota. Y ahí van otra vez, la cola delata su felicidad. Todos estamos familiarizados con el juego de perros y gatos. Lo reconocemos, cuando contemplamos una de estas escenas, que hoy atiborran las redes sociales, deducimos que los animales están disfrutando, pero ¿qué sucede con el resto de las especies? ¿Juegan todos los animales?