La primera vez que se utilizaron los ladrillos fue en el Neolítico del Levante Mediterráneo allá por el 9500 a. de C. Aquellos innovadores albañiles lo hicieron por necesidad, ya que en esa zona geográfica apenas existía madera o piedra. En sus inicios los ladrillos se fabricaban extrayendo barro del suelo para después mezclarlo con agua, amasarlo y darle una forma más o menos rectangular, antes de dejarlos secar al sol. Las hiladas de ladrillo más antiguas de las que se tiene noticia fueron encontradas en Jericó (Palestina), en las cercanías del río Jordán y al este de Jerusalén. En las ruinas de esta ciudad se hallaron los restos de dos tipos de ladrillos diferentes. Uno de ellos tiene un tamaño similar al pan de molde y data de un periodo comprendido entre el 8300 y 7600 a. de C; el otro tipo es más fino y ha sido bautizado como ladrillo de caña. No deja de ser curioso que se hayan encontrado precisamente allí, en Jericó, el lugar donde los israelitas derribaron sus muros, de forma milagrosa, con el sonido de las trompetas. Cocción a mil grados centígrados Aquellos primeros ladrillos, de barro y adobe, fueron sustituidos seis mil años más tarde por el ladrillo cocido. La razón no fue otra que la eficiencia, ya que resultaba menos costoso modelar un ladrillo que tallar una piedra y, además, con la cocción se conseguía una resistencia similar. Los primeros ladrillos cocidos aparecieron en Mesopotamia y se usaron tanto como elementos decorativos como para cubrir muros de adobe. En estos momentos en la fabricación de ladrillo la materia utilizada es, fundamentalmente, la arcilla, la cual está compuesta por materias alcalinas (óxidos de calcio y magnesio), sílice, alúmina y cantidades variables de óxidos de hierro. La amalgama de estas partículas es capaz de absorber higroscópicamente hasta un 70% de su peso en agua. Es precisamente el componente ferruginoso el que otorga el característico color rojizo, cuando en la composición hay un elevado contenido de cal el color resultante se torna a blanco. Una vez que la arcilla ha sido lo suficiente hidratada puede ser moldeada, a lo cual sigue un proceso de endurecimiento por secado o cocción, que le otorga una notable solidez. La cocción, por lo general, se realiza a temperaturas que oscilan entre los 900 y los 1000 grados centígrados. En la construcción se utilizan ladrillos paralelepipédicos de cerámica cocida con perforaciones en la cara de mayor superficie, denominada tabla. Cuando el volumen de los huecos se encuentra entre el 25-45% se dice que el ladrillo es perforado, mientras que si el volumen es inferior al 25% se considera que el ladrillo es macizo. Los huecos de los ladrillos permiten reducir el peso final de la estructura, al tiempo que le otorga más capacidad de aislamiento térmico y acústico. Así mismo, los agujeros permiten que haya una mejor adhesión al mortero, asegurando una adecuada resistencia mecánica y estanqueidad. Antes de asentarlos, humedecerlos En la mampostería de ladrillo se utiliza mortero de cemento, que se fabrica mezclando cierta proporción de arena y cemento con agua, una mezcla que ayuda a «pegar» las piezas correctamente. Si al asentar los ladrillos de un muro están secos, absorben cierta cantidad de humedad de la mezcla, lo cual modifica su composición final, para evitarlo los albañiles humedecen previamente los ladrillos. Hace unos años la ingeniera keniana Nzambi Matee fundó una fábrica de ladrillos en Nairobi, en donde a fecha de hoy se producen diariamente 1.500 ladrillos. La cifra, ciertamente, no es muy elevada pero sí encierra una singularidad: los ladrillos están fabricados con plástico reciclado y tienen diferentes formas y colores. MÁS INFORMACIÓN noticia No Un nuevo fósil reescribe la historia de nuestros antepasados: los homínidos se originaron en Europa, no en África noticia Si Más pistas sobre el viento solar, el misterioso fenómeno que impulsa las tormentas solares Al parecer los ladrillos de plástico son entre tres y cuatro veces más resistentes que los de cerámica, al tiempo que son más económicos. Quizás, solo quizás, si James Orchard Halliwell se levantase de su tumba y se pusieses a reescribir el cuento de «Los tres cerditos» el material elegido para construir una de las casas sería el plástico, eso sí, plástico reciclado.