Las mareas es un tema que ha cautivado la atención de los científicos desde tiempos inmemoriales. Galileo Galilei pensaba que estaban causadas por el ciclo de la Tierra alrededor del sol mientras que Johannes Kepler defendía que las mareas altas, no las bajas, se producían por el efecto de la luna . El primero en dar una respuesta sólida a este asunto fue el científico inglés Isaac Newton en su libro ‘Principia’ (1687). Allí explicaba que dos cuerpos cualesquiera se atraen entre sí y que cuanto más grandes sean y más cerca se encuentren mayor será la atracción. De forma inversa, cuanto más lejos y más pequeños estén menos atracción existirá entre ambos. Esta fuerza, conocida como gravitacional , es la más débil de las fuerzas que existen en la naturaleza, a pesar de que sea la responsable de nuestro peso, de las órbitas planetarias y de la creación de las estrellas , las galaxias y los planetas. Además, la atracción gravitacional es la responsable de que la luna y el sol tiren de los océanos hacia ellos y que la Tierra se abulte ligeramente creando las mareas. Mareas vivas y mareas muertas A pesar de que tanto el sol como la luna ejercen una atracción sobre las masas de agua de nuestro planeta lo hacen de forma muy diferente. Hay que tener en cuenta que la luna es 400 veces más pequeña que nuestra estrella pero que se encuentra a unas 400 veces más próxima a nosotros. Este dato último explica que la luna tenga un mayor protagonismo sobre las masas de agua y, en consecuencia, sea responsable de las mareas . Ahora bien, si la luna y el sol están alineados , como sucede en la luna nueva o en la luna llena, las dos mareas se suman –se encuentran en la misma dirección-, un fenómeno que se conoce como mareas vivas. Por el contrario, cuando tiran en sentidos diferentes las fuerzas se contrarrestan, lo que se denomina como marea muerta. El origen de las mareas se produce en el interior de los océanos, desde donde se prolonga su efecto hacia los litorales costeros: si asciende hacia la costa se conoce como flujo, mientras que cuando el agua vuelve al mar por la fuerza gravitacional se habla de reflujo. Dos pleamares y dos bajamares A lo largo del día se producen dos pleamares (momento en el que la marea alcanza máxima altura) y dos bajamares (momento de menor intensidad), es decir, dos flujos de agua hacia la costa y dos reflujos de agua hacia el interior oceánico. Las pleamares y las bajamares se producen entre ellas con una diferencia de 12 horas y 25 minutos , de forma que el semiperíodo de la marea –tiempo que dista entre la pleamar y la bajamar- dura 6 horas, 12 minutos y 30 segundos. En Román paladino, de un día para otro la marea oscila en, aproximadamente, cincuenta minutos. Otro aspecto importante a tener en cuenta es que la parte sólida de nuestro planeta también siente las fuerzas de las mareas, aunque no seamos conscientes de ello, es decir, dos veces al día nuestro suelo sube y baja unos treinta centímetros . En el mar Mediterráneo no hay mareas La gravedad lunar es tan débil que no se percibe las mareas ni en lagos ni en mares de reducido tamaño, como puede ser el Mediterráneo. En los arenales de este último entorno se ha determinado que la diferencia entre la pleamar y la bajamar puede ser de unos treinta centímetros , un valor que, evidentemente, nos pasa totalmente desapercibido. MÁS INFORMACIÓN noticia No Nobel satírico para un estudio español sobre cómo la vida sexual de las anchoas agita el océano noticia No La NASA empieza, por fin, a tomarse en serio los ovnis noticia Si Una cápsula del tiempo revive la historia perdida de los judíos españoles Este mínimo efecto también se observa en otros mares, como en el Caribe o en el Japón, en donde la distribución de las islas impide la formación de mareas.