En 2017, después de sufrir una crisis epiléptica, Alberto (nombre ficticio) recibió una noticia horrible. Ese año, en la Jiménez Díaz de Madrid, le diagnosticaron un tumor cerebral extraño al que sus médicos no sabían bien cómo enfrentarse. Indecisos, “decidieron no darme quimio ni radio y ver qué pasaba”, cuenta. “Después”, recuerda, “empecé a tener crisis convulsivas cada vez más frecuentes y decidieron operarme de nuevo”. Esa operación la realizó otro cirujano, que le ofreció extirparle el tumor completo. Tras la operación, perdió la movilidad del lado derecho de su cuerpo y debió comenzar una dura rehabilitación.