Si tuviéramos como respuesta un número de dígitos concreto ya no sería un número infinito. Lo realmente importante, cuando hablamos de números infinitos, es que no van a tener fin. Por lo tanto, si decimos, por ejemplo, un millón de dígitos, ese número ya es finito porque siempre podemos pensar en añadir un dígito más. Pero la pregunta tiene mucho sentido y ha dado lugar a distintas paradojas a lo largo de la historia de las matemáticas.