Las antiguas canciones hawaianas hablan de «Ke kai ma`oki`oki» o «el mar rayado». «Los bancos de nubes de Kona / Son incomparables, insuperables / Los bancos de nubes de Kona /El mar rayado / El pacífico mar de Kona», reza la letra de un mele tradicional que habla de una historia de amor entre el rey de Hawái Kamehameha II y una mujer noble. Pero más allá del relato romántico, deja constancia de que los nativos se habían percatado de una suerte de bandas que marcaban sus mares. Y ellos, igual que los científicos, llevan mucho tiempo sospechando de la importancia de estos «parches» marinos de agua más cálida, de los que se conoce que se crean de forma natural por la convergencia de las corrientes oceánicas, las mareas y las variaciones en el lecho marino. Sin embargo, aunque también se sabe que estas zonas son ricas en plancton, hacer una radiografía de la fauna que mora en estas pequeñas motas ha sido todo un desafío durante años.
Ahora, un grupo internacional ha desvelado el secreto de «Ke kai ma`oki`oki» aunando experimentos marinos con vista por satélite: existe todo un mundo marino oculto, una red de «guarderías» de peces, justo debajo de la superficie oceánica que acoge a cientos de miles de animales de un centenar de especies distintas. Los resultados acaban de publicarse en «Scientific Reports».
«En un estudio anterior, nuestro mapeo de la superficie sugirió que existía una conexión muy fuerte entre los hábitats oceánicos a lo largo de la costa de Hawai. Pero ahora, gracias a la tecnología por satélite, por fin hemos podido observar miles de millones de animales viviendo en estas manchas, así como desechos orgánicos y microplásticos que componen este ecosistema», afirma Greg Asner, director de Centro de la Universidad Estatal de Arizona para el Descubrimiento Global y la Ciencia de la Conservación (GDCS) y coautor del estudio junto con investigadores del Centro de Ciencias Pesqueras de las Islas del Pacífico de la NOAA y la Universidad de Hawai, en Manoa.
Ecosistema encontrado en las manchas, que actúan como una suerte de «guarderías» y criaderos de peces, además de fortalecer el suministro de nutrientes para los corales y ser fuente de alimento para otros depredadores, tanto marinos como aéreos
–
NOAA fisheries
Buscando larvas en las manchas
El equipo recogió más de 130 muestras de plancton dentro de las manchas superficiales y las aguas circundantes a lo largo de la costa de sotavento de la isla de Hawai. El objetivo era, además de observar el volumen de microorganismos que flotan en la capa superficial del océano, llamada zona pelágica (hasta los 200 metros de profundidad), encontrar larvas de peces y fauna marina para poder catalogarla. Después, estos datos se combinaron con una nueva técnica de mapeo por satélite de las manchas. Se utilizaron más de cien satélites del tamaño de una caja de zapatos para escudriñar el interior de estos parches y ver su vida marina.
Así es como los investigadores se dieron cuenta de que estas manchas superficiales crean una suerte de red de «guarderías» de larvas que contienen más de cien especies de peces y otros tipos de animales. Y no solo hay larvas: familias enteras viven en estas aguas cálidas, convirtiéndolo en un ecosistema clave en el océano. Por ejemplo, se hallaron peces de arrecifes de coral, como jureles, peces ballesta o pez cabra; también se encontraron depredadores, como el mahi-mahi (o dorado); incluso peces de aguas profundas, como el pez linterna y varios invertebrados, como caracoles, cangrejos y camarones. De hecho, la diversidad es tan grande que se calcula que aquí están representadas el 10% de todas las especies marinas de Hawai.
Algunas de las especies halladas representadas en una infografía
–
NOAA fisheries/Jonathan Whitney
Y eso que su superficie apenas cubre el 8% de los 600 kilómetros cuadrados analizados en el estudio. «Estas manchas contenían un 39% de las larvas de peces halladas, más del 25% de zooplancton y el 75% de desechos orgánicos flotantes, como hojas y plumas», explican los investigadores. Además, estos puntos calientes poseían una densidad de larvas siete veces mayor que las aguas circundantes. Es decir, toda una vida oculta en apenas 200 metros de profundidad y dentro de estas pequeañas manchas.
«Nos sorprendió encontrar larvas de tantas especies, e incluso familias enteras de peces exclusivas de las manchas superficiales», afirma Jonathan Whitney, ecólogo marino investigador de la NOAA y otro de los autores del estudio. «El hecho de que alberguen una proporción tan grande de larvas, además de los recursos que necesitan para sobrevivir, nos dice que son fundamentales para la reposición de las poblaciones de peces adultos».
Pero estas manchas no solo sirven de «guarderías marinas»: también ayuda a mantener los arrecifes de coral saludables y resistentes, ya que crean puntos calientes de alimentación para las larvas, formando un puente entre los arrecifes y los ecosistemas pelágicos. «Nuestros hallazgos son parte de una importante historia que se forma en torno al papel de las manchas biológicas en la superficie y el mantenimiento de los arrecifes de coral. La gran biodiversidad y biomasa de las manchas, combinadas con su movimiento oceánico a lo largo de la costa, forman una superautopista para las especies que se conecta y genera de manera efectiva un ecosistema de arrecifes regional interconectado», afirman los investigadores.
El peligro de los plásticos
Pero aunque las manchas puedan parecer lugares seguros para las crías dentro del temible océano, allí también aguardan peligros. Y estos no forman parte de la cadena trófica, no al menos de forma natural: dentro del área de estudio, el 75% de la basura plástica flotante y 95% de los desechos plásticos totales se acumularon en las manchas.
Imagen de plásticos en las manchas superficiales
–
NOAA fisheries/Jonathan Whitney
«Nuestro trabajo ilustra cómo estas características oceánicas (y la atracción de comportamiento de los animales hacia ellas) impactan a toda la comunidad de la superficie, con implicaciones para la reposición de adultos que son importantes para los humanos para la pesca, la recreación y otros servicios de los ecosistemas», afirma Margaret McManus, coautora del estudio y profesra y presidenta del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Hawai en Mānoa. «Estos hallazgos tendrán un amplio impacto, cambiando la forma en que pensamos acerca de las características oceánicas como criaderos pelágicos de peces e invertebrados del océano».