El cambio climático ya es un monstruo desbocado que se alimenta a sí mismo. En el pueblo ruso de Verjoyansk, en Siberia, estaban tan acostumbrados al frío que los niños solo dejaban de ir a clase cuando la temperatura era inferior a 50 grados bajo cero. Sin embargo, una insólita ola de calor provocó que el 20 de junio de 2020 se alcanzasen los 38 grados. El paraje gélido donde hubo un gulag de Stalin parecía una playa del Mediterráneo en verano. Fue la temperatura más alta jamás registrada al norte del círculo polar ártico. Un equipo internacional de científicos revela ahora las consecuencias exactas de aquella anomalía térmica. El hielo se derritió por doquier y los consiguientes megaincendios en el Ártico siberiano arrasaron en todo 2020 tres millones de hectáreas, una superficie similar a la de Bélgica. Las emisiones de CO₂ producidas por el fuego igualaron a las de toda España en un año. El calentamiento global genera más calentamiento global.