El milano real, un ‘cleptómano’ de los aires con muy buen ojo

El cleptoparasitismo –del griego klepto, robar- es una forma de alimentación en la que un animal se aprovecha de las capturas de otro animal o bien de los materiales u objetos que ha utilizado para formar su nido o madriguera. De una forma sencilla, el cleptoparasitismo se puede clasificar en intraespecífico , cuando el parásito roba a los de su misma especie, o interespecífico , cuando lo hace a animales de otras especies. Esta forma de piratería es poco frecuente dentro de las aves, a pesar de lo cual hay algunas especies que lo hacen de forma reiterada para obtener el alimento, como pueden ser los págalos o los rabihorcados, y otros que lo hacen de manera oportunista. En este segundo grupo nos encontramos a las gaviotas, a las fochas y algunos patos. Entre las rapaces el milano real brilla de una manera especial. El forajido de los aires El milano real ( Milvus milvus ) es una de las aves rapaces (del latín rapere, apoderarse por la fuerza) diurnas más fáciles de diferenciar a simple vista, gracias a su color rojizo-anaranjado, que se hace más ocre en la zona del vientre, a sus largas alas acodadas con una mancha blanca y a su cola en forma de horquilla, que le confiere una silueta muy característica. Tanto su estatura como su fisonomía son similares a las del milano negro, del que se diferencia por el color grisáceo de su cabeza. El milano real habita en campiñas con bosques, campos y monte bajo, y cuando llega la noche los ejemplares se reúne en colonias dentro de las zonas arboladas. Su vuelo es armonioso, elegante y hace gala de un espectacular dominio de la acrobacia. Se podría decir que es un verdadero maestro en los regates aéreos, una habilidad que le permite acosar a otras aves y robar en pleno vuelo las capturas que tanto esfuerzo les ha costado conseguir. Una visión privilegiada Las aves rapaces son los animales con la agudeza visual más desarrollada, aproximadamente el doble que la del ser humano. Esto se debe fundamentalmente a tres hechos: su ojo es muy alargado (tubular), lo cual permite que la imagen se pueda amplificar; su pupila es considerablemente mayor, lo que se traduce en una menor difracción; y su densidad de fotorreceptores es más elevada, lo que implica una mayor resolución óptica. A todo esto, hay que añadir que algunas aves rapaces diurnas tienen dos fóveas –el ojo del ojo-. El sistema visual del milano real está dotado de estas estas singularidades con la excepción de la doble fóvea, tan solo tiene una en cada retina, posiblemente porque combina la caza con el consumo de carroña. Lo que sí que tiene es una visión tetracromática , dispone de un cuarto cono en su retina sensible a longitudes de onda más allá del azul. Todas estas características permiten al milano real distinguir con enorme nitidez los colores, disponer de una resolución de imágenes y un enfoque verdaderamente privilegiados. La naturaleza también las ha dotado de un sistema de visión en profundidad y de poder percibir desde cierta altura el movimiento de las presas, pudiendo procesar hasta sesenta imágenes por segundo. MÁS INFORMACIÓN noticia No La primera amputación quirúrgica en la historia de la humanidad: el pie de un niño, hace 31.000 años noticia No Descubren dos ‘supertierras’ cercanas, y una de ellas podría ser habitable Por último, pero no por ello menos importante, la inserción de los ojos en la cara no es completamente frontal, los globos oculares se encuentran dispuestos en un ángulo de treinta grados. Una ventaja evolutiva que les otorga un campo visual de 340º, bastante superior a nuestros 180º. SOBRE EL AUTOR Pedro Garganitlla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.