Vamos a empezar por las dimensiones que conocemos todos. En nuestra vida cotidiana, estamos habituados a las tres dimensiones espaciales: cuando observamos un objeto podemos medir su altura, anchura y profundidad. Cuando consideramos el límite de velocidades muy altas, cercanas a la velocidad de la luz en el vacío, nuestra descripción de la realidad cambia y tenemos que recurrir a la Relatividad Especial de Einstein. Según esta teoría, el tiempo deja de ser un invariante para ser una coordenada más, que puede ser diferente para distintos observadores, como ocurre con las tres dimensiones espaciales. Entonces pasaríamos del espacio tridimensional al que estamos habituados a una descripción en términos del espacio-tiempo de cuatro dimensiones. Sin embargo, habría que tener un poco de cuidado porque, incluso así, el tiempo no sería exactamente equivalente a las dimensiones espaciales, ya que no todos los puntos del espacio-tiempo serían alcanzables desde un punto inicial, en el tiempo no podemos ir hacia atrás.