Ingenuity: despega una nueva forma de explorar Marte

Por 24/04/2021 Portal

Los primeros vuelos del helicóptero Ingenuity en Marte podrían parecer muy simples. El pasado lunes, el artefacto, compuesto por un cuerpo del tamaño de una caja de pañuelos, cuatro patas y unas aspas desproporcionadas, se elevó unos tres metros en el aire, se quedó allí un momento, giró 96 grados y aterrizó. Una maniobra que duró apenas 39 segundos y que recordaba a la que un niño inexperto podría hacer con un juguete volador. En su segunda prueba, llevada a cabo el jueves, el aparato fue un poco más allá. Flotó algunos segundos más, subió hasta los cinco metros y realizó un movimiento lateral.

Quizás estas tentativas aéreas no resulten muy acrobáticas, pero este cacharro que ha costado a la NASA 85 millones de dólares (unos 70 millones de euros) supone una hazaña tecnológica que ha sido comparada con la de los hermanos Wright sobre las dunas de Kitty Hawk, Carolina del Norte, en 1903. Y allí los Wright solo aguantaron doce segundos. Las agencias espaciales ya habían enviado aeronaves a la deriva a otros planetas. Por ejemplo, las misiones Vega 1 y Vega 2 de la Unión Soviética llevaron globos a la atmósfera de Venus en 1985. Pero el vuelo del Ingenuity es el primero controlado y motorizado en otro mundo, lo que ha abierto las puertas a una nueva forma de exploración planetaria, alcanzando lugares hoy imposibles para los vehículos con ruedas.

«Es un logro tecnológico brutal», asegura Juan Ángel Vaquerizo, coordinador de la Unidad de Cultura Científica del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC). El «asalto» a Marte por el aire después de enviar orbitadores, posar robots y echar a rodar vehículos parecía el «paso lógico», pero «es tremendamente complejo, porque el planeta rojo es muy diferente a la Tierra», explica.

Para empezar, la densidad de la atmósfera marciana es muy baja, menos del 1% de la terrestre, lo que obliga a coronar al ultraligero Ingenuity (1,8 kilos en la Tierra y tres veces menos en Marte) con unas palas inmensas (1,20 metros) que giran a una velocidad increíble de 2.500 revoluciones por minuto, cuando un helicóptero en la Tierra lo hace a 500. A esas dificultades se suman unas temperaturas nocturnas de -90º C y el hecho de que todo el vuelo se hace de manera automática a 470 millones de kilómetros de distancia. Desde luego, nada que ver con lanzar un sencillo dron al aire.

Cuevas y cañones
El Ingenuity llegó al cráter Jezero en febrero en las entrañas del rover Perseverance. El robot circuló hasta una zona lisa y relativamente libre de rocas y lo depositó en lo que se convertiría en el primer ‘aeródromo’ en Marte. Despues, rodó a unos 65 metros de distanciaa para poder fotografiar y grabar en vídeo al helicóptero y enviarle instrucciones con seguridad.

La primera intentona del dron se demoró una semana por un problema de software que impidió que pasara al modo vuelo. A pesar de ese retraso, Germán Martínez, del Instituto Planetario y Lunar de Houston (Texas), cree que esta misión «es un rotundo éxito. Todo está marchando de cine. Esto no es suerte, sino la consecuencia de un proceso de aprendizaje de medio siglo». A su juicio, el Ingenuity, «supone un salto gigante en la exploración de Marte. Esta tecnología nos permitirá llegar a sitios con un interés científico tremendo, pero que no son fácilmente accesibles para los rovers actuales».

Martínez, que es uno de los investigadores principales del instrumento MEDA, la estación meteorológica española a bordo del rover Perseverance en Marte, imagina drones que ayuden en la búsqueda de rastros de vida. «Serán capaces de acceder a cuevas subterráneas, en donde las condiciones de habitabilidad podrían ser mucho más favorables que en la superficie porque están protegidas de la radiación solar nociva y disfrutan de unos microclimas potencialmente más estables», dice. Además, también podrían ser muy útiles en trabajos de reconocimiento del terreno para las futuras colonias humanas. Si llegamos a establecernos en Marte, «será necesario construir infraestructuras que usen materiales autóctonos, como el agua (helada o adsorbida) de su subsuelo, o el CO2 de su atmósfera, que puede ser convertido en oxígeno como acabamos de demostrar con el instrumento MOXIE (en el Perseverance). Los drones pueden identificar estos recursos en los alrededores».

El segundo vuelo del Ingenuity, capturado por las cámaras del Perseverance

NASA / JPL-Caltech / MSSS
Trasladar seres humanos
«Ingenuity es un demostrador. Es un paso previo para crear ingenios voladores que puedan sobrevolar cañones o zonas escarpadas a los que un rover no puede llegar y que un orbitador a centenares de kilómetros no puede fotografiar con detalle», apunta Vaquerizo. Los futuros helicópteros «podrán llevar instrumentos para analizar el terreno y nos darán información de primera mano», añade. Además, podrían transportar mercancías e incluso trasladar seres humanos de un lugar a otro.

Lo interesante es que cada vuelo de prueba -cinco en total y quizás se programen más- aportará nuevos datos que servirán para construir los futuros helicópteros marcianos. El tamaño de las hélices o el sistema de amortiguación, por ejemplo, serán diferentes en función de su carga útil, si llevan instrumentación o incluso tripulación. «Quizás pueda construirse uno que tenga a la vez ruedas y propulsión áerea y se desplace de una u otra forma según sus necesidades. Se nos abre un mundo que no podemos imaginar», afirma el astrofísico.

Para eso habrá que dar muchos pasos. Una de las cosas que los investigadores han aprendido del primer vuelo es que el polvo marciano no se comportó como esperaban. Creían que el despegue levantaría un gran penacho, pero no fue así. Puede parecer un detalle menor, pero nada es menor a la hora de volar en otro mundo. «Aprendes el comportamiento del entorno al igual que los astronautas del Apolo 11 lo hicieron al moverse por la Luna», señala Vaquerizo.

Misión Dragonfly
De momento, la NASA no ha desarrollado un programa específico de nuevos drones a Marte pero sí una misión, Dragonfly, para enviar uno a la superficie de Titán, luna de Saturno, en 2026. El dron llegará a su destino final ocho años más tarde. Entonces, realizará varios vuelos en busca de compuestos orgánicos a lo largo de una distancia total de unos 175 km, el doble de la distancia recorrida por todos los rovers en Marte. «De todas formas, cada planeta presenta sus propias complicaciones. Por ejemplo, mientras que en Marte la densidad en superficie es 100 veces menor que en la Tierra, y por lo tanto es muy complicado hacer volar drones, en la superficie de Titán es varias veces mayor. Sin embargo, las temperaturas son realmente gélidas (-180º C), mucho más frías que en Marte», explica Martínez.

El Ingenuity está diseñado para durar solo unos 30 días marcianos, que terminan el 4 de mayo. Es posible que colapse por su diseño. Después, la atención de los científicos volverá al Perseverance, cuyo objetivo es buscar rastros de vida en Marte y recoger muestras de rocas que un día serán traídas a la Tierra. Mientras el rover se afana en sus tareas, el valiente Ingenuity dormirá un eterno sueño marciano.