La corrupción, los recortes y la politización quiebran el músculo espacial ruso

A principios de diciembre del año pasado, uno de los grandes responsables de la primera misión a la Luna de la Rusia moderna, el exdirector de Roscosmos Dmitri Rogozin (2018-2022) resultó herido por una explosión mientras celebraba su cumpleaños en un restaurante de Donetsk. Seis meses antes había sido cesado por una larga lista de escándalos de corrupción y la tensión que había provocado con otros socios en la carrera espacial: llegó a amenazar con estrellar la Estación Espacial Internacional sobre Europa (Rusia maneja sus impulsores). Le interesaba más la política que la ciencia, aunque dirigiera la agencia espacial rusa. Desde su destitución, intentó recuperar el favor del Kremlin emulando al fallecido dueño de Wagner, Yevgueni Prigozin, con otra compañía “de asesoría”, esta vez drones en vez de mercenarios: Tsarskie Volki, los lobos del zar.

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