La historia del ornitólogo que puso ‘anillos’ a 6.000 aves

Por 02/07/2022 Portal

Hay un vocablo en alemán, ‘pfeilstorch’, que hace referencia a un ave migratoria que es atravesada, sin llegar a morir, por una flecha en su región de invernada. Gracias a los pfeilstorch los científicos pudieron acercarse al fenómeno migratorio de las aves.

En la colección zoológica de Rostock (Alemnia) hay un ejemplar disecado de cigüeña blanca que tiene una flecha de ochenta centímetros de largo prendida del cuello, un arma de procedencia centroafricana. Al parecer el 21 de mayo de 1822 este ejemplar fue abatido en las proximidades de la ciudad alemana de Klürtz, cuando los cazadores se dispusieron a recogerlo observaron sorprendidos la saeta.

Los pfeilstorch, de los que se conocen más de una veintena, probaban que las aves podían emigrar largas distancias durante los meses invernales y que era muy improbable que hibernasen en el mar.

Las aves también hibernan
Uno de los primeros en abordar por qué las aves desaparecen de nuestra vista durante algunos meses fue el filósofo Aristóteles. En su obra ‘Historia de los animales’ escribió que los efectos del frío eran presumiblemente los responsables de que algunas especies –como las grullas- se desplazasen a zonas más cálidas, mientras que otras se refugiasen en agujeros para ‘hibernar’, como sucedía con las golondrinas.

El pensador griego fue más allá e, incluso, llegó a admitir que en algunas especies existía una transmutación, era gracias a ella por lo que, a su juicio, los petirrojos (Erithacus rubecula) se convertían en colirrojos (Phoenicurus sp) con la llegada del verano.

Muy probablemente los primeros en ‘marcar’ a las aves fueron los antiguos egipcios, que colocaban un anillo metálico cerrado en los halcones peregrinos -un ave asociada al dios Horus- nada más nacer.

Sabemos que los oficiales romanos durante el transcurso de las guerras púnicas recibieron un cuervo de una guarnición sitiada lo cual hace sospechar que este método era una práctica establecida. El estadista romano Quintus Fabius Pictor (254 a. de C.-201 a. de C.) enlazaba un hilo en la pata de las aves para enviar sus mensajes.

El primero en anillar fue un danés
En cualquier caso, no fue hasta finales del siglo diecinueve (1890) cuando el ornitólogo danés Christian C Mortensen (1856-1921) anilló por vez primera estorninos pintos con anillas de aluminio con una finalidad científica. Las colocaba en el tarso de las aves para evitar posibles molestias. Este científico numeraba cada anilla e incluía su dirección –remite-, un método que se fue perfeccionando a lo largo de los años.

Se estima que Mortensen, a lo largo de su vida profesional, llegó a anillar en torno a 6.000 aves, gracias a lo cual pudo conocer algunas de las rutas migratorias de estos animales. Desde entonces el sistema ha prevalecido como técnica de marcaje, las aves son capturadas por medio de redes o trampas confeccionadas para este fin y, a continuación, se las coloca una anilla con una información determinada.

En la década de los treinta del siglo pasado el sistema ya estaba implementado en más de una veintena de países, entre ellos España, si bien es cierto que no sería hasta 1952 cuando comenzamos a poner en marcha campañas importantes de anillamiento. Estas empresas se hicieron usando anillas con remite Aranzadi (especie, localidad, método de captura).

En 1963 se creó el Comité Europeo para el anillamiento (1963) y una década después un banco de datos informatizado para recuperación de aves, tanto dentro como fuera de Europa, anilladas en el seno de la Unión Europea para el Anillamiento de Aves (EURING).

Con el anillamiento se persigue conocer las rutas migratorias, las áreas de cría, de invernada, los lugares de descanso de las aves, estudiar la relación que existe entre los factores climáticos y los ciclos migratorios, así como estudiar la dispersión postnupcial. Además, los ornitólogos pueden conocer la longevidad de las aves, sus curvas de supervivencia, el proceso regular de sustitución del plumaje (muda) y la biometría.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.