La rata topo desnuda «habla» en el dialecto de su colonia

Por 29/01/2021 Portal

Ciegas, sin pelo y con dos paletas asomándose peligrosamente en su boca, las ratas topo desnudas no son precisamente unas criaturas adorables. Sin embargo, nadie puede negar que tengan cualidades extraordinarias. Entre sus proezas, su longevidad -llegan a los treinta años, todo un récord para un roedor-, la capacidad para sobrevivir bajo tierra prácticamente sin oxígeno y su envidiable resistencia al cáncer.

Pero estos animales son aún más asombrosos de lo que creíamos. Científicos alemanes han descubierto que, al igual que los seres humanos tenemos dialectos o acentos regionales, las ratas topo se comunican con chirridos distintivos propios de cada colonia. Los investigadores creen que estos sonidos se transmiten culturalmente a través de generaciones, lo que fomenta la cohesión del grupo frente a los extraños. Según los expertos, un comportamiento que uno jamás esperaría encontrar en un roedor.

Las ratas topo forman algunos de los grupos más cooperativos y sociales del mundo animal. Viven en armonía en colonias subterráneas parecidas a un laberinto, ordenadas con una estricta división del trabajo, donde cada una sabe cuál es su tarea y dominadas por una matriarca reproductora o «reina». También son muy «xenófobas», y atacan y matan a los miembros de otros grupos, probablemente por la competencia por los escasos alimentos. Sin embargo, cómo consiguen mantener su compleja organización en la oscuridad es casi un misterio.

Las ratas topo desnudas son criaturas muy comunicativas que chirrían, chillan, gorjean o incluso gruñen

Felix Petermann, MDC
Grabaciones
Estos animales chirrían, chillan, gorjean e incluso se gruñen unos a otros en sus madrigueras, así que un equipo del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular de la Asociación Helmholtz (MDC) en Berlín se propuso averiguar si las vocalizaciones tenían una función social. Aplicaron técnicas de aprendizaje automático para analizar las características acústicas en 36.190 grabaciones de «chirridos suaves», la vocalización más común de las ratas topo, producidos por 166 individuos de siete colonias en laboratorios de Berlín y Pretoria.

La inteligencia artificial no solo identificó a los animales sobre la base de sus voces individuales, también detectó similitudes en los tipos de sonidos que se producen dentro de una sola colonia. Por lo tanto, el programa pudo identificar de qué colonia provenía un individuo específico. «Eso significaba que cada colonia probablemente tenía su propio dialecto distinto», dice Alison Barker, autora principal del estudio que la revista «Science» ha llevado a su portada. Pero en ese momento, el equipo de investigación aún no sabía si los animales lo sabían y podían reconocer su propio dialecto y distinguirlo de los demás.

Cada ejemplar tiene su propia voz – Felix Petermann, MDC

Para descubrir ambas cosas, Barker realizó varios experimentos. En el primero, colocó repetidamente una rata topo desnuda en dos cámaras, conectadas mediante un tubo. En una cámara se podía escuchar el chirrido de otra rata topo desnuda, mientras que la otra cámara estaba en silencio. Los animales se dirigían inmediatamente al habitáculo donde se podían escuchar los chirridos. Si los sonidos los hacía un individuo de la propia colonia del sujeto de prueba, daba una respuesta vocal inmediata, pero si los hacía uno de una colonia extranjera, la rata permanecía en silencio. «Eso nos permitió inferir que pueden reconocer su propio dialecto y responder selectivamente al mismo», dice la investigadora.

Para asegurarse de que los sujetos de prueba respondieran al dialecto y no a la voz de un individuo conocido, los investigadores crearon deliberadamente sonidos artificiales con características de cada dialecto. En este caso, las ratas también respondieron. Y el experimento funcionó incluso cuando se aromatizó la cámara donde se podía escuchar el dialecto familiar y de confianza con el olor de una colonia extranjera. «Eso demostró que las ratas topo desnudas respondían específicamente al dialecto en lugar de al olor, y que tienen una reacción positiva al escuchar su propio dialecto», dice Gary Lewin, investigador del estudio.

Como la madre adoptiva

Estos roedores se alimentan de tubérculos subterráneos – Felix Petermann, MDC

En experimentos adicionales, los investigadores colocaron tres crías de rata topo desnudas huérfanas en colonias extranjeras donde la reina, la única hembra en colonias de ratas topo desnudas que se reproduce, también había tenido recientemente una camada. Seis meses después, el programa informático mostraba que las crías adoptadas habían adquirido el dialecto de su nuevo hogar.

Además, el equipo descubrió que la reina no solo es responsable de la reproducción en su colonia, sino que también juega un papel decisivo en el control y preservación de la integridad del dialecto. «Durante el curso del estudio, una de nuestras colonias perdió a dos reinas en una sucesión relativamente rápida», cuenta Lewin. «En la anarquía que siguió, observamos que las vocalizaciones de las otras ratas en la colonia comenzaron a variar mucho más de lo habitual. La cohesión del dialecto se redujo considerablemente y no regresó hasta unos meses después, con la ascendencia de otra hembra como nueva reina». El desarrollo de un dialecto compartido «fortalece la cohesión y el sentido de pertenencia entre las ratas topo desnudas de una colonia específica», concluye Baker.

Rochelle Buffenstein, investigadora del envejecimiento en el grupo Calico, subraya en un artículo relacionado con el estudio en «Science» que «esta es una hazaña asombrosa para un roedor y está en marcado contraste con la mayoría de las vocalizaciones de los mamíferos, que son innatas, inmutables y genéticamente heredadas».

Los autores del trabajo consideran además que los seres humanos y las ratas topo desnudas tienen mucho más en común de lo que cualquiera podría haber pensado anteriormente. Estas criaturas «tienen una cultura lingüística que se desarrolló mucho antes de que existieran los seres humanos. El siguiente paso es descubrir qué mecanismos en el cerebro de los animales apoyan esta cultura, porque eso podría darnos una idea importante de cómo evolucionó la cultura humana», afirma Lewin.