En el antiguo Egipto, y en especial durante el período del Egipto romano, a partir del año 30 antes de nuestra era, las momias solían transportarse a la necrópolis con una placa fúnebre de madera. En ella normalmente se grababa información sobre el difunto, como su edad, profesión, ciudad natal y región de procedencia, o el método de momificación y el lugar de entierro. Debido a que estas placas empezaron a convertirse en costumbre funeraria en la época helenística, las inscripciones solían escribirse en griego, en demótico o en ambos idiomas.