Los efectos del benzopireno, el fatal aroma de los dioses

Por 19/07/2020 Portal

Según la mitología griega, Gerión fue el monarca más antiguo del reino de Tartessos. Era un gigante de tres cuerpos, con sus respectivas cabezas y extremidades, que vivía en la isla Eritea, se correspondería a la actual Cádiz, en compañía de un perro de dos cabezas llamado Ortro. La verdad es que debían de hacer una pareja de lo más singular.

Parece ser que los rumores de la belleza de la princesa Pirene llegaron hasta el reino de los Tartessos y el gigante Gerión ardió en deseos de conocerla. Rápidamente quedó prendado de su hermosura cuando la conoció. Al principio intentó seducirla pero cuando vio que era imposible decidió usar la fuerza bruta.

Pirene huyó de las garras de Gerión y se escondió en una montaña rodeada de árboles. Como el gigante era incapaz de descubrirla provocó un enorme incendio con la esperanza de que saliese. Pirene prefirió morir asfixiada antes que sufrir las vejaciones del gigante.

La noticia llegó a oídos de Hércules que trató por todos los medios de salvar la vida de la joven, pero todo fue infructuoso, tan sólo le restó enterrarla entre aquellos bosques y levantar una mole de piedra que la recordara. A partir de ese momento a aquel enorme túmulo funerario se le conoce como Pirineos.

Poco después, en el contexto de su décimo trabajo, Hércules luchó contra el gigante Gerión, al que acabó quitándole la vida tras lanzar una flecha emponzoñada con el veneno de la Hidra.

El mal de los deshollinadores
El escritor griego Estrabón (63 a. de C – 24 d. de C) dedicó el libro III de su Geografía a la península Ibérica. Allí recoge que el nombre de Pirineos deriva de pyros –en griego fuego-, justificando el nombre por un gran incendio que quemó todos los bosques de la zona.

En el proceso de combustión de un incendio de tal envergadura se debió generar gran cantidad de alfa-benzopireno, un hidrocarburo insoluble en agua, que se produce tras la condensación de cinco anillos de benceno.

Las primeras moléculas de esta familia fueron descritas allá por el siglo XIX por el alemán Agust Kekulé. Se cuenta que el descubrimiento fue fruto de la serendipia tras sufrir una pesadilla en la que aparecía una serpiente que se mordía la cola. Kekulé realizó una paralelismo e intuyó una disposición química anular, en la que se unían seis átomos de carbono y seis átomos de hidrógeno (C6H6).

El círculo «del benceno» se cierra…
Los benzopirenos se encuentran en todas partes, se liberan a la atmósfera mediante erupciones volcánicas o incendios de masas forestales, pero la mayor parte de los benzopirenos que respiramos, comemos o bebemos se deben a la industria humana. También en la combustión de nuestras chimeneas, formando parte del hollín.

El oficio de deshollinador aparece magistralmente descrito en las novelas de Charles Dickens, una profesión mal pagada, peligrosa, sucia y cancerígena, pero absolutamente necesaria en la Europa del siglo XVIII.

Fue el cirujano inglés Percival Pott (1714-1788) el primero en asociar ese trabajo con la presencia de cáncer en la piel del escroto. Esta descripción fue la primera asociación entre cáncer y enfermedad profesional de la Historia de la Medicina.

Desde entonces no hemos dejado de investigar y actualmente sabemos que los benzopirenos tienen un efecto gatillo que dispara el oncogen, provocando, después de una ingesta prolongada y crónica, la aparición de procesos neoplásicos.

Según un trabajo publicado hace algunos años en la prestigiosa revista New Scientist el benzopireno, además, se encuentra en el humo del incienso; una sustancia que fue considerada el aroma de los dioses y que los griegos usaban con profusión en fiestas, espectáculos de teatro, banquetes privados, Olimpiadas…

En la Edad Antigua fueron los fenicios los que comerciaron con incienso a lo largo y ancho del Mediterráneo. Fueron precisamente ellos los que fundaron Gadir, la actual Cádiz, hacia 1.100 a. de C. Lo hicieron en las proximidades de un antiguo reino que basaba su economía en la agricultura y la ganadería… ¡El reino de los tartesos!

M.Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación