Los guerreros de la batalla más antigua de Europa revelan por qué los adultos beben leche

Por 06/09/2020 Portal

Hasta hace unos 3.000 años, los seres humanos perdíamos la capacidad de digerir la lactosa, el principal azúcar de la leche, tras el destete. Tan solo los bebés tomaban leche. Los adultos no lo hacían, ya que la enzima para procesarla desaparecía en su organismo. Sin embargo, para nuestra fortuna, eso cambió bastante rápido desde el punto de vista de la biología humana, en cuestión de unos pocos miles de años, entre las comunidades de Europa Central. Un equipo internacional liderado por la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (JGU) ha llegado a esta conclusión tras el análisis genético de los huesos de unos guerreros caídos en la batalla de Tollense, la más antigua conocida de Europa, ocurrida alrededor del año 1200 a.C. en las orillas del río del mismo nombre en el actual estado alemán de Mecklemburgo-Pomerania Occidental.

Los restos de Tollense fueron descubiertos en la década de 1990. Desde entonces, los arqueólogos han buscado sistemáticamente en una sección de un kilómetro a lo largo del río. Hasta el momento, se han descubierto los huesos de más de 100 individuos con signos de un combate violento. Muchos todavía contienen puntas de flecha, mientras que algunos cráneos parecen haber sido aplastados por objetos contundentes. Se estima que unos 4.000 hombres participaron en el conflicto a pie o a caballo. De todos ellos, murió casi una cuarta parte.

Tanto tiempo después de su muerte, estos guerreros tienen algo más que contar que un episodio bélico, algo que ha influido en nuestros hábitos alimentarios durante siglos. A través del estudio genético de los huesos, los investigadores descubrieron que solo alrededor de uno de cada ocho tenía una variante genética que le permitía descomponer la lactosa en la leche. Esto es sorprendente, ya que la batalla se produjo más de 4.000 años después de la introducción de la agricultura en Europa, que en parte habría implicado el consumo de productos lácteos de los primeros bovinos, cabras y ovejas domesticadas. Sin embargo, entre la población actual que vive en esta misma área, la tolerancia alcanza alrededor del 90%. Según el genetista Joachim Burger, autor principal del estudio, «esta es una gran diferencia si se considera que no puede haber más de 120 generaciones humanas entre entonces y hoy».

Hasta ahora, se han descubierto huesos de más de 100 individuos en el campo de batalla.

Stefan Sauer / Proyecto Tollense Valley
Mayor supervivencia
Aparte de la persistencia de la lactasa (es decir, que pueden digerir la lactosa) y algunas otras variantes genéticas, los genomas del pueblo Tollense son similares a los de los habitantes actuales del norte de Alemania y la región del Mar Báltico. Entonces, «la única manera de explicar esta diferencia entre estas personas de la Edad del Bronce y las de hoy es una selección natural muy fuerte», enfatiza el biólogo Daniel Wegmann, de la Universidad de Friburgo en Suiza. Por esa razón, «concluimos que durante los últimos 3.000 años, las personas con persistencia de la lactasa tuvieron más hijos o, alternativamente, esos niños tuvieron mejores posibilidades de supervivencia que aquellos sin este rasgo».

Los arqueólogos han trabajo en una sección a lo largo del río Tollense durante más de 10 años – Stefan Sauer / Proyecto Tollense Valley

Según el informe, publicado en «Current Biology», la capacidad humana para digerir la lactosa del azúcar de la leche después de la infancia se extendió por Europa Central en solo unos pocos miles de años, una transformación extremadamente rápida en comparación con la mayoría de los cambios evolutivos observados en los humanos.

Los investigadores calculan una ventaja selectiva notable en el hecho de beber leche: «En cada generación, los individuos con persistencia de la lactasa tienen un seis por ciento más de probabilidades de sobrevivir hasta la edad reproductiva que los individuos que no la tienen», asegura Burger. Según los autores, dado que la leche es una bebida de alta energía y relativamente no contaminada, su ingestión puede haber brindado mayores posibilidades de supervivencia durante la escasez de alimentos o cuando el suministro de agua potable estaba contaminado. En particular durante la primera infancia, en los años inmediatamente posteriores al destete, este factor pudo haber sido «decisivo» entre las poblaciones prehistóricas.

A pesar de la importancia del consumo de leche en Europa y América del Norte en la actualidad, aproximadamente dos tercios de la población mundial sigue siendo intolerante a la lactosa