Mark Granovetter: «Que la gente se empareje en internet es algo interesante y confuso a la vez»

Por 10/07/2022 Portal

No tiene Instagram y dice que utiliza muy poco Facebook. Sin embargo, su teoría publicada en los años setenta sobre los ‘vínculos débiles’, esos que engloban más allá de amigos y familia (a los ‘conocidos’ de toda la vida, y que ahora plagan nuestros contactos online), gira en el mismo centro de la esencia de las redes sociales. El sociólogo Mark Granovetter (EE. UU., 1943) fue quien se dio cuenta de que es más probable que encontremos trabajo gracias a la vecina del quinto que por la acción de nuestro propio hermano, por paradójico que suene. Ahora, en un mundo conectado, dice estar fascinado por cómo el ser humano ha llevado a un plano más allá estos ‘vínculos débiles’ a internet, al terreno laboral y cómo surgen relaciones emocionales directamente desde las plataformas online. Aún así, no cree posible que estas interacciones digitales sustituyan a las de la vida real. «Al final, aunque te haya conocido en internet, yo querré estar en algún momento en la misma habitación que tú», afirma a ABC de cuerpo presente y de viva voz en la sede de la Fundación BBVA en Bilbao, horas antes de recibir el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales. – Usted es famoso por sus teorías acerca de los llamados ‘vínculos débiles’. ¿Qué son estos vínculos y cómo nos afectan? Piense en la gente con la que tiene una estrecha relación, como familiares y amigos. Probablemente ellos sepan la misma información que usted, porque se mueven en el mismo círculo. Ahora reflexione sobre aquellas personas que conoce, pero con las que no tiene una relación cercana. Esos son los vínculos débiles y son ellos los que nos proporcionan nueva información, porque se relacionan con otros círculos diferentes. Los vínculos fuertes son muy importantes para el apoyo social o los vínculos emocionales; pero los vínculos débiles, a pesar de su nombre, tienen mucha más fortaleza para recabar información. MÁS INFORMACIÓN Así es Vega-C, el cohete europeo que quiere competir contra la flota espacial de Elon Musk Esta es la imagen más profunda del universo, un ‘aperitivo’ de lo que veremos con el nuevo telescopio James Webb – Su trabajo en torno a los ‘vínculos débiles’ fue rechazado en un principio por una revista. Sin embargo, se convirtió en el trabajo más citado en el ámbito de las ciencias sociales. Así es. El problema es que cuando escribí ese artículo por primera vez, el título original era ‘Alienation reconsidered’ (traducido en algo así como ‘la alienación reconsiderada’). En ese momento, el editor de esa revista se lo envió a los revisores y quizá lo mandó a los teóricos alienistas europeos, cercanos al marxismo, y quienes piensan que solo Marx entendía ese concepto. Y si yo no lo interpretaba igual, estaba equivocado. Sin más. Todo fue bien cuando saqué esa idea del estudio. Entonces fue mucho mejor. – ¿Y esto no afectó al núcleo de su teoría? – Fue un pequeño cambio en el énfasis. La alienación nunca fue el enfoque principal del tema, así que tampoco me importaba cambiarlo. – Las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos. ¿Cómo encajan en sus teorías? Evidentemente, cuando escribí el estudio no existían, porque no aparecen hasta principios de los 2000. Pero creo que la sorpresa está en que las redes sociales refuerzan mi teoría. En aquel momento era difícil mantener este concepto de los vínculos débiles. Sin embargo, el mundo online hace posible mantener cientos de vínculos débiles que de lo contrario te resultaría muy difícil mantener en activo. – Cada vez hay diferentes tipos de redes sociales: para buscar trabajo, para encontrar el amor, para hacer amistades… ¿Deberíamos crear una nueva categoría de vínculos débiles? – La mayor parte de los vínculos débiles que se mantienen en las redes sociales son a partir de gente que ya conoces en la vida real, no los creas de cero desde el mundo online. Aunque sí que es cierto que algunas plataformas fomentan que la gente se conozca por primera vez a través de un ordenador o un móvil, y eso es algo nuevo que no sabemos cómo va a evolucionar. Por ejemplo, en aplicaciones con videollamadas puedes ver la cara, sus gestos, escuchar su voz… eso se acerca mucho más a la vida real. No estoy seguro de cómo va a acabar todo esto, pero no creo que nunca vaya a sustituir a conocer a gente en la vida real, porque después de algún tiempo, vas a querer que esas personas estén en la misma habitación que tú. – ¿Esperaba una revolución de tal calibre? – Es algo muy interesante: las redes sociales se convierten en una gran herramienta para encontrar trabajo y eso ya se señalaba en mi teoría. Pero el ser humano también tiene otras necesidades. Hay estudios que se remontan a hace 100 años sobre cómo encontramos a nuestras parejas. Esos estudios siempre indicaban que tú conocías gente a través de amigos, o de amigos de amigos, parientes… Hasta hace cinco o diez años, donde la gente se empareja a través de diferentes aplicaciones. Eso es una gran sorpresa, y es un fenómeno muy interesante y confuso a la vez. De hecho, estoy buscando a algún alumno que estudie por qué no se siguen los mismos mecanismos que se utilizan en las citas amorosas también entre los empleadores. Por ejemplo, para conocer a alguien, tenemos breves encuentros que no tienen por qué tener ninguna consecuencia. O sí, dependiendo de la afinidad. Pero esto no ocurre en el mundo laboral, donde en la mayoría de los casos, incluso con los becarios, la relación continúa incluso cuando no funciona. Aquí tenemos una divergencia entre encontrar compañeros románticos y empleados. Es algo fascinante que necesitaría de estudio. – Habla de amor, pero también su contraparte, el odio, se propaga de forma diferente a través de las redes sociales. – Efectivamente. El odio también se extiende a través de estos nuevos vínculos sociales, sobre todo a través de círculos cerrados que se encierran en ellos mismos y no escuchan a nadie más. Es algo nuevo, donde se dan situaciones realmente penosas. – ¿Se pueden convertir los ‘influencers’ en una suerte de ‘vínculos fuertes’? – Cualquiera que piense que un influencer es un vínculo fuerte, está confuso: a ellos les pagan de acuerdo con un número de seguidores, a los que pueden influenciar, es cierto; pero no es igual al revés, porque en la mayoría de casos estos ‘influencers’ no conocen a sus seguidores. Es una relación asimétrica. – ¿Usa usted redes sociales? – Un poco nada más. Yo prefiero la vida real. No pertenezco a esa generación que utiliza constantemente las redes sociales, como mis alumnos. Aunque me resultan muy útiles para, por ejemplo, reunirme una vez al mes con mis colegas. Antes todo esto era mucho más complejo: había que cruzar el país para hacerlo; ahora solo tienes que ir al ordenador. Aún así, no creo que nunca sustituyan a los vínculos personales, aunque en algunos casos los refuercen. Por ejemplo, mis alumnos comparten fotografías con sus amigos, las comentan, dialogan… Es algo importante para esa generación. Pero es complicado, porque aunque las ha enriquecido, por otra parte también las ha empobrecido. – La sociología intenta explicar las relaciones humanas, pero estas son muy cambiantes, más en estos tiempos. Por ejemplo, movimientos como el ‘Me too’ nos han hecho reflexionar sobre distintos comportamientos, aceptados apenas hace unos años pero que ahora provocan que nos ‘chirríen’ algunas situaciones. – Antes de las redes sociales ya existían los movimientos sociales. En los años 20 surgió uno que pregonaba la idea de que las mujeres tenían derecho a votar. Ahora nos choca por todo lo contrario, pero en ese momento era considerado como algo radical. En los 60 en EE. UU. hubo un movimiento muy importante por los derechos civiles que produjo cambios significativos; y tampoco había redes sociales. En el caso del ‘Me too’, creo que ha sido muy impulsado por internet. Y algo parecido ha pasado con el movimiento LGTBI. Son fenómenos que habrían salido adelante igualmente, pero posiblemente de forma más lenta. Sin embargo, también se da el fenómeno contrario: las redes sociales se pueden utilizar para oponerte al movimiento. Es algo muy complejo e interesante. – Max Weber, uno de sus ídolos, profundizó sobre la importancia de la religión, en concreto del protestantismo, en el auge del capitalismo. ¿Cómo influyen ahora las religiones en el mundo actual? ¿Tienen el mismo peso que antaño? – Cuando dije que Weber era mi ídolo, yo no pensaba en sus argumentos sobre la religión, aunque eran muy interesantes. Yo creo que en país, EE. UU., existen dos vertientes: hay para quien la religión es muy importante, casi el centro de su vida; y los que no lo ven así. Y esta divergencia es mucho más grande de lo que era en el pasado, con lo que se trata de un tema muy complicado. No es algo de lo que escribiera Max Weber porque no se vio algo así en su época. Así que necesitamos a otro Max Weber para que escriba sobre este tema.