Las gafas de Miguel Beato (Salamanca, 83 años) se oscurecen con el sol que bate temprano sobre la playa de la Barceloneta. A los pies de la que fuera su casa profesional hasta hace poco, el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB, por sus siglas en catalán), el científico se las quita para las fotos de esta entrevista y sortea con acierto los rayos de luz que pintan su jersey. Se deja hacer, pero impone su criterio: fotos en un laboratorio no, porque ya no tiene de eso. Se acaba de jubilar.