Mónica Olvera : «Mi robot anda en el agua y quiero meterlo dentro de tu cuerpo»

Por 11/09/2022 septiembre12th, 2022 Portal

«¿Le enseño lo que hago?» En un momento de la entrevista la física mexicana Mónica Olvera de la Cruz abre su ordenador portátil y muestra el vídeo de un pequeño robot blando que camina por un tanque de agua. En un segundo vídeo, otra de sus creaciones nada impulsándose como una medusa. Doctora por la Universidad de Cambridge (Inglaterra), la científica se hizo internacionalmente conocida por el hallazgo de la proteína Spike (espiga), el punto flaco del SARS-CoV-2 , causante de la enfermedad del Covid-19. La investigación sirvió para conocer mejor al nuevo coronavirus e incluso planteó la posibilidad de una vía alternativa para combatirlo bloqueando su carga eléctrica. Hoy, controlada la pandemia gracias al éxito incuestionable de las vacunas, Olvera considera ese capítulo cerrado. Sus energías están puestas en su laboratorio de la Universidad de Northwestern (Illinois, EE.UU.), donde desarrolla materiales biomiméticos , es decir, que imitan al detalle cómo la naturaleza resuelve los problemas. Su trabajo tiene numerosas aplicaciones prácticas, desde un traje que nos proteja de un ataque químico a pequeños ‘submarinos’ biológicos que administren fármacos en un lugar específico del interior del cuerpo humano. Lo ha explicado en la Escuela Internacional de Verano Nicolás Cabrera , organizada recientemente en Madrid en colaboración con la Fundación BBVA. -Sus robots tienen una apariencia encantadora, como pequeños animales acuáticos. -Son fascinantes, ¿verdad? Llevan mucha física detrás. Uno de ellos (con la apariencia de un pequeño pulpo amarillo) camina por el agua. Mide 3×11 mm y está hecho con un hidrogel. Se dirige donde tú quieras con un campo magnético y se contrae con luz. Es impresionante cómo se mueve, hasta corre como un bebé. -¿Para qué puede emplearse? -Para detectar o limpiar sustancias químicas en un tanque acuático en una industria. Pero me gustaría hacerlos más pequeños para meterlos en el interior del cuerpo y enviarlos, por ejemplo, a hacer una operación quirúrgica. El hidrogel puede convertirse en una bola que se enrosca, por lo que podría portar un medicamento y luego liberarlo donde sea necesario. Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP Código APP -¿Qué otros proyectos tiene en su laboratorio? -Trabajo en otro robot que nada como una medusa y busca la luz. Y uno de 80 nanómetros -miles de ellos caben en el diámetro de un cabello humano- que no puede considerarse un robot, porque funciona solo, no está dirigido, pero que late como un corazón. Lo copio de las bacterias y lo hago con pura física. Una reacción química cambia la forma de la membrana al tocarla. Podría absorber un fármaco, entrar en el torrente sanguíneo y liberar su carga a la señal de un simple golpe o una luz. También investigo cómo algo microscópico puede nadar. Cuando eres grande y nadas, te mueves por pura inercia, pero si eres microscópico no puedes hacerlo, porque tu masa no sirve de nada. Utilizamos filamentos magnéticos para envolver un esperma vago y dirigirlo. Eso es pura física, no lo pueden hacer los biólogos. -Imita lo que ocurre en la naturaleza. -Sí, recreamos la química dentro de las células, pero fuera de ellas. Quiero entender cómo funcionan procesos como la quimiotaxis, cómo las bacterias y otras células dirigen sus movimientos según las sustancias químicas alrededor. La biología es tan selectiva, tan impresionante… Si podemos reproducir algunas de las funciones de una bacteria en una capsulita, como recoger o soltar químicos, podríamos hacer materiales muy útiles, por ejemplo, para limpiar el dióxido de carbono de la atmósfera. Hay muchas posibilidades. Siempre me meto en cosas que sean relevantes, que tengan una aplicación. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Los científicos advierten: el mundo no está preparado para una supererupción -Cuénteme alguna. -Estudiamos enzimas que descomponen el serrín o los insecticidas, por lo que podrías usar esa proteína para crear una tela que pueda proteger a las personas de un ataque químico terrorista. Es algo muy valioso. También trabajamos en la obtención de una enzima (PETasa) que, como las bacterias que descubrieron en Japón, descompone el tipo de poliéster del que están hechas las botellas de plástico y alguna ropa. Podríamos utilizarlo para luchar contra los microplásticos que llegan a ríos y océanos. -¿Acabará con ese problema medioambiental? -El problema de los plásticos es tremendo, pero en realidad vamos a seguir necesitándolos. La idea no es el reciclaje tradicional, que hace que el plástico se degrade, pierda sus propiedades y sea de menor calidad, sino el ‘upcycling’ de sus polímeros: descomponerlo en sus elementos esenciales para luego rehacer de nuevo el producto original, con la misma calidad. Imagen al microscopio del SARS-Cov-2 que causa la Covid EFE La flaqueza del coronavirus El hermano de Olvera se infectó del Covid-19 en Acapulco cuando comenzó la pandemia. Pasó tres meses en cuidados intensivos. Esa experiencia «pero, sobre todo, el deseo de ayudar», llevó a la investigadora a aparcar sus trabajos sobre la materia blanda y volcarse en el estudio del SARS-CoV-2. En vez de buscar una respuesta inmune para destruir el virus, como ocurre con las vacunas, abordó el problema desde un campo que conocía bien como física, la electrostática. Descubrió que las vías de acceso del nuevo coronavirus a las células, las proteínas S (spike), poseen más cargas positivas que las del SARS-Cov de 2003, lo que lo hace más contagioso. Bloqueando esas cargas podría impedirse la entrada del virus a la célula y la infección del organismo. Llegaron las vacunas, la pandemia se controló y la investigación de Olvera quedó aparcada. No siente ningún resquemor por ello. «Igualmente un descubrimiento así es muy útil. Llegarán nuevas pandemias, y lo que hemos aprendido nos puede servir para enfrentarnos mejor a ellas, porque no siempre vamos a encontrar vacunas tan rápidamente», indica. Como explica, «ahora sabemos que tenemos que tener cuidado con los virus que tengan tanta carga. Los biólogos no lo sabían. Solo un físico como yo pudo darse cuenta». -¿Produciríamos menos plásticos nuevos? -Sí, se trata de crear la misma botella de agua una y otra vez, tal cual estaba el primer día, en vez de producir otras nuevas. El departamento de energía de EE.UU. ha iniciado una campaña con varios centros especializados para hacer ‘upcycling’ de polímeros. El gobierno tiene que poner dinero para que los científicos podamos trabajar y encontrar soluciones a los problemas. Esa es la manera en la que avanza la ciencia. -Cuando pensamos en robots imaginamos humanoides, pero los suyos son pequeños, blandos… -La materia blanda es reconfigurable mientras que algo duro (golpea una mesa con el puño) es inerte. Ya no podemos hacer semiconductores más pequeños. Imagine que creáramos unos que fueran tan plásticos como nuestro cerebro, sería mucho más interesante. -¿Hasta qué punto vamos a poder imitar la vida real? -Hay gente que sueña con clones, ¿pero para qué quieres eso? Yo no quiero clones, yo quiero la evolución, saber adónde vamos. Los científicos tenemos una responsabilidad ética, que para mí se traduce en hacer cosas que sirvan a la humanidad. Si la gente paga impuestos para que podamos investigar más y más, que lo que hagamos les sirva. Cosas reales, que están aquí y son útiles.