Otro sistema solar puede estar oculto a la vuelta de la esquina

Por 10/07/2020 Portal

Científicos de la Universidad de Granada (UGR) y la de Liege (Bélgica) han descubierto que la estrella GJ 273, conocida como Luyten y una de las más cercanas a la Tierra -se encuentra a 12,23 años luz-, alberga un sistema planetario tan complejo como el nuestro que también podría tener la capacidad de albergar vida.

En un artículo publicado en la revista «Astronomy&Astrophysics», los investigadores explican que el sistema podría estar formado por múltiples planetas, reservorios de cuerpos menores, «e incluso podría albergar agua, a raíz de las estadísticas y las simulaciones que hemos realizado, aunque no tengamos todavía otras evidencias directas», explica Francisco J. Pozuelos, investigador en Liege y autor principal de la publicación.

El sistema de Luyten, el cuarto más cercano al Sol (se sitúa tres veces más lejos que el más cercano, Próxima Centauri b), orbita alrededor de una estrella enana M a 12.23 a.l. (1 a.l., expresado como ‘año-luz’, equivale a 9 y 12 ceros detrás kilómetros). Tiene dos planetas confirmados (denominados GJ 273b y GJ 273c), pero también puede contar con otros dos posibles, GJ 273d y GJ 273e. Según sus autores, el análisis dinámico incluyendo a estos dos mundos candidatos hace que el sistema sea altamente estable y, por tanto, muy probable.

Agua líquida
Estos dos candidatos tendrían masas algo menores que Neptuno, oscilando entre 9 y 12 veces la masa de la Tierra, lo que en la jerga astrofísica se conoce como «mini-Neptunos». Por su parte, de los planetas ya confirmados, GJ 273c tiene una masa similar a la de la nuestro planeta, mientras que GJ 273b es considerada una supertierra. Esta última es especialmente atractiva, ya que su órbita se encuentra cerca del borde interior de la zona de habitabilidad de su estrella anfitriona (el lugar preciso donde no hace demasiada frío ni demasiado calor y puede albergar agua líquida). Además, sufre un calentamiento por mareas, el mismo fenómeno que por el que existen las mareas en la Tierra debido a la interacción gravitatoria con la Luna y el Sol.

Como explica Juan Carlos Suárez, científico de la UGR y coautor de este trabajo, «el calentamiento por mareas hace de GJ 273b un planeta altamente interesante, puesto que esto lo hace compatible con el desarrollo y la existencia de una biosfera».

Otra similitud con nuestro Sistema Solar es la presencia de depósitos de cuerpos menores, tal y como predicen los investigadores. Se trata de asteroides como los que se encuentran en el cinturón de asteroides (entre Marte y Júpiter) o en el cinturón de Kuiper (más allá de Neptuno) en el Sistema Solar, cuyo impacto en la presencia de agua o la producción de productos orgánicos podría ser importante, como así se postula para el Sistema Solar.

Los científicos predicen depósitos de este tipo alrededor de Luyten, lo que, de confirmarse, podría desempeñar un importante papel en la aparición y mantenimiento de la vida en el GJ 273b.

Probabilidades de vida
Pero, ¿cuál es la esperanza de que estos mundos alberguen vida? «Cada vez que descubrimos un planeta en la zona habitable tenemos una gran esperanza de que albergue vida, pero lo cierto es que, de momento esto no se ha confirmado. Aún es difícil contestar a la pregunta de si el hecho de que no la hayamos observado significa que es muy poco probable, o si por el contrario podría ser bastante probable pero hemos observado muy poco. Lo cierto es que debemos “mirar” aún mucho más para responder», explica Suárez.

Para tener evidencias de estos dos planetas, «deben realizarse más observaciones para tomar medidas espectroscópicas de velocidad radial. Esto nos ayudaría a mejorar la precisión con la que detectamos los planetas y con la que determinamos sus características físicas», dice Suárez. Para ello, «es idóneo un instrumento puntero como el espectrógrafo CARMENES (Almería)».

Para los investigadores, el sistema es un excelente candidato para la búsqueda de trazas de vida con futuras misiones espaciales. A juicio del investigador, «técnicamente estamos en un momento interesante puesto que en los próximos años se pondrán en órbita misiones espaciales que analizaran las atmósferas de los planetas más interesantes que vayamos descubriendo, justamente como los que estudiamos en este trabajo, en busca de biomarcadores, es decir, de trazas fisico-químicas cuyo origen probable sea biológico. Quién sabe, ¡quizá sólo haya que esperar una década o dos para descubrirlo!».