Resuelto el misterio del origen de Ryugu, la ‘peonza cósmica’

Por 28/03/2022 Portal

En 2014, la Agencia Espacial Japonesa JAXA lanzó la nave espacial Hayabusa 2 para visitar el asteroide Ryugu, al que llegó en junio de 2018. Durante más de un año, el ingenio nipón orbitó a su alrededor para estudiarlo, e incluso envió cuatro rovers a su superficie. Después, Hayabusa 2 emprendió su regreso a la Tierra, donde llegó en diciembre de 2020 con una preciosa carga: una muestra de terreno de Ryugu.

Desde entonces, se han llevado a cabo numerosos estudios sobre esta curiosa roca espacial, pero entre todos los resultados científicos de esa impresionante misión el más interesante es que, según parece, Ryugu podría no ser un asteroide en absoluto, sino el remanente de un antiguo cometa. En concreto, Ryugu, con sus 800 metros de diámetro, podría ser el núcleo rocoso de un cometa muerto que, tras perder su hielo, resultó ‘aplastado’ por su propia gravedad. Los resultados de esta investigación se acaban de publicar en The Astrophysical Journal Letters.

Una ‘peonza espacial’
Su extraña forma, similar a una peonza que gira, podría deberse al hecho de que Ryugu no consta de una sola ‘pieza’, sino que está formado por muchas rocas pequeñas, que se repartieron hasta adquirir su curiosa forma debido precisamente a su rápida rotación.

Otra particularidad descubierta por los investigadores y que apunta a su origen cometario es que Ryugu contiene una cantidad inusualmente grande de materia orgánica, lo que se opone frontalmente a la teoría dominante de que el objeto nació de la colisión de dos asteroides mayores. Según escriben los autores del artículo, en efecto, «un escenario de formación ampliamente aceptado para Ryugu es una colisión catastrófica entre asteroides más grandes y la posterior acumulación gravitatoria lenta de escombros de colisión».

Pero si fuera así, ¿por qué tiene tanta materia orgánica, que normalmente se encuentra en los cometas, y no en los asteroides? Esto es así porque los cometas se forman en las regiones exteriores más frías del Sistema Solar, donde las nubes de materia orgánica se mezclan con rocas y hielo para crear estas ‘bolas de nieve sucia’ que son los cometas. Después, el calor del Sol derrite lentamente los cometas que se acercan a él, y eso hace que el hielo se sublime, escapando del cometa y formando una larga cola característica.

Según los investigadores, eso fue precisamente lo que hizo de Ryugu lo que es hoy: un resto de rocas compactadas por su propia gravedad, mezcladas con la materia orgánica que quedó después de que el hielo se evaporara.

Según Hitoshi Miura, de la Universidad de Nagoya, en Japón, y primer autor del estudio, ese proceso de fusión del hielo pudo haber causado que «el núcleo del cometa perdiera masa y se encogiera, lo que aumentó su velocidad de rotación». Y ese giro rápido pudo haberle dado al corazón del cometa muerto «la velocidad de rotación requerida para la formación de una forma de peonza».

Para confirmar su teoría, los investigadores construyeron un modelo informático que usaron para calcular el tiempo que tardaría en derretirse ‘un Ryugu’ que alguna vez estuvo helado, y qué tendría que suceder después para que su velocidad de rotación aumentara . El modelo concluyó que Ryugu probablemente pasó unas pocas decenas de miles de años como cometa antes de moverse hacia el cinturón interior de asteroides, donde se derritió y se convirtió en un asteroide hecho de escombros.

Los investigadores necesitan más evidencia para saber si tienen razón, pero esa evidencia podría llegar pronto. OSIRIS-REx de la NASA, una nave espacial del tamaño de una camioneta, recolectó una muestra de roca de otro asteroide con forma de diamante, Bennu. Cuando regrese a la Tierra en 2023, los signos de materia orgánica en la muestra podrían respaldar la teoría de que los asteroides con forma de peonza alguna vez fueron cometas y brindar así a los científicos información importante sobre la evolución del Sistema Solar.