La investigación sobre murciélagos ucranianos que acabó siendo una noticia falsa sobre armas biológicas

Por 21/03/2022 Portal

Durante la pandemia, investigadores alemanes empezaron a colaborar con colegas ucranianos para estudiar parásitos en murciélagos. El objetivo era saber qué tipos de bacterias albergaban estos mamíferos voladores ucranianos, un primer paso para identificar cualquier potencial amenaza para la salud humana (más en un momento en el que este animal era el principal ‘sospechoso’ de haber desencadenado la enfermedad del Covid-19). Así, al amparo de esta investigación, científicos del Instituto de Medicina Veterinaria Experimental y Clínica de Kharkiv (Ucrania) recolectaron 140 pulgas, garrapatas y moscas procedentes de diferentes murciélagos del este de Ucrania. Después, los sumergieron en etanol y los enviaron para su análisis al Instituto Friedrich Loeffler (FLI), en Alemania.

El ADN de estas muestras reveló la existencia de patógenos como la rickettsia, una bacteria común que puede provocar enfermedades como el tifus. Los resultados se presentaron en una conferencia de la Sociedad Veterinaria Alemana en 2021. «Fue una investigación epidemiológica muy básica», afirma para Science la parasitóloga veterinaria de FLI, Cornelia Silaghi, responsable del proyecto.

Es por ello que se sorprendió mucho cuando, hace una semana, un funcionario del Ministerio de Defensa ruso afirmó que el estudio era parte de un plan secreto con armas biológicas financiado por occidente. La información, que se publicó en toda la prensa rusa, aseguraba que se trataba de un complot ucraniano, apoyado por Estados Unidos, para enviar aves, murciélagos y reptiles enfermos a través de la frontera e infectar a la población rusa. Incluso el propio presidente Vladimir Putin declaró que «docenas de laboratorios en Ucrania» estaban experimentando con coronavirus, ántrax y cólera «bajo la dirección y el apoyo financiero del Pentágono».

Los esfuerzos rusos para difundir la noticia de la supuesta trama de armas biológicas en Ucrania fue más allá: el 11 de marzo, un día después de que el Ministerio de Defensa de Putin denunciase los hechos, en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU convocada por representantes rusos, el diplomático Vassily Nebenzia afirmó que «los murciélagos se consideraban portadores de posibles agentes de armas biológicas» y ofreció el documento que acreditaba el intercambio de muestras de transferencia de muestras entre el laboratorio de Silaghi y el instituto veterinario de Kharkiv como prueba. «No sabemos nada sobre el destino de esos peligrosos biomateriales y las consecuencias que pueden tener una vez que se ‘disipen’», dijo Nebenzia al Consejo de Seguridad. «El riesgo de que puedan ser robados con fines terroristas o para ser vendidos en el mercado negro son altos».

«Sé su destino: están en mi congelador», afirma Silaghi para Science, que no se explica cómo el documento de transferencia de restos puede estar en poder ruso (aunque sospecha que un correo electrónico del equipo fue pirateado). Además, explica, no hay patógenos que puedan propagarse, ya que el etanol utilizado para matar y preservar los parásitos también destruye los patógenos, dejando intacto solo el material genético para la secuenciación. Aparte, el proyecto no recibió financiación estadounidense. «Sí, trabajamos con ectoparásitos y recibimos muestras -dice Silaghi-. Pero todo esto acerca de armas biológicas es una historia completamente loca».

Más ‘argumentos’ en contra del centro ucraniano
Los impulsores de esta ‘fake news’ han encontrado un filón en el hecho de que el instituto veterinario Kharkiv es parte de una red más grande de instituciones de investigación que recibió fondos del Departamento de Defensa de los EE. UU. a través de su Programa de Reducción de Amenazas Biológicas. Se trata de un proyecto que duró décadas y que tuvo como objetivo controlar los restos de armas biológicas, químicas y nucleares de la era soviética a traés del desmantelamiento de laboratorios y la búsqueda de trabajo alternativo para los científicos que participaron en estas investigaciones. Más tarde, el programa -que, además, incluyó laboratorios rusos hasta 2014-, se transformó en un esfuerzo de control de enfermedades y salud pública en toda la ex Unión Soviética, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. Sin embargo, en los últimos tiempos, el Gobierno ruso ha afirmado que este proyecto es toda una red de laboratorios en la frontera rusa financiados por EE. UU.

Así, han surgido informaciones como que una investigación sobre el microbioma intestinal de las víboras realizada por la Universidad Nacional VN Karazin Kharkiv, era un estudio «de armas biológicas», a pesar de que ninguno de los microorganismos en el intestino de una víbora es especialmente peligroso. Además de que todos estos trabajos pueden ser consultados ya que son de dominio público.

Algunos de estos investigadores afirman tener miedo e incluso haber sido amenazados. La propia Silaghi ha recibido correos anónimos «perturbadores», acusándole de cosas como actuar «como una científica nazi». «Es muy extraño que te culpen por algo casi absurdo. Los rusos tiene que saber que se trata de una mentira».